XXXVI CERTAMEN DE POESÍA "BLAS INFANTE"

Ernesto Cardenal: la misión liberadora de la poesía - Managua

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Ernesto Cardenal es de aquellos hombres que se distinguen por un concepto claro de su vocación y su misión social. Combatiente por la libertad del pueblo nicaragüense, entrega todo el fuego de su energía poética, toda su pasión y la audacia de su inteligencia a una obra en la que ve, dadas las condiciones en que nos hallamos, una manera, un medio eficaz de influir sobre la sociedad: la poesía, la actividad literaria.

"De esta tierra es mi canto (...) mi poesía de este clima, como el zanate clarinero (...)", dice con vehemencia. Como decir que su vida y su sangre pertenecen a este país, a este pueblo. Por ello no se esconde, por ello no oculta su indignación y su apasionado amor por la liberación de los hombres, por ello sale, con un militante despliegue de espíritu, al encuentro de esta vil realidad de explotación para desnudarla, para combatirla.

Cardenal es un brillante ejemplo de poeta militante, comprometido con la liberación del pueblo. Defensor de las ideas progresistas y revolucionarias, confía en la pujanza creadora del pueblo nicaragüense: "Rubén Darío en el monte macheteando". De aquí su búsqueda permanente de una salida revolucionaria.

En su búsqueda, Cardenal ha recorrido una trayectoria compleja y contradictoria.

Influenciado por la lucha antisomocista, Cardenal se apoyaba, como base social, en la actividad de la burguesía y la pequeña burguesía opositoras al régimen dinástico. No obstante, su pensamiento fue recibiendo el influjo de la lucha patriótica y antiimperialista de Sandino y su ejército popular. La victoriosa lucha sandinista contra el invasor "yanqui", ha producido siempre en él una gran admiración y considerado el genio de Sandino como el genio de nuestro pueblo. En sus escritos se muestra su rechazo a todo régimen de servidumbre, como una institución social injusta y antinatural.

Sin embargo, Cardenal no llegaba todavía a la idea de una revolución popular como medio para abolir el régimen de opresión y liberar al pueblo de la explotación. El dominio del imperialismo y de la camarilla somocista y de la oligarquía burgués-terrateniente sobre la vida económica, política y cultural de Nicaragua y la debilidad del movimiento revolucionario entre las masas populares, impedían a Cardenal encontrar el verdadero camino para demoler al régimen de opresión.

La realidad existente en Nicaragua en la década del 60 fue, poco a poco, persuadiendo a Ernesto de que sus ideales burgueses de libertad y sus posiciones de lucha dentro del margen de la ideología burguesa eran irrealizables e infundadas teórica y socialmente. El impacto de la Revolución cubana y el auge del movimiento popular le hicieron comprender que la lucha por la transformación del régimen de opresión y explotación en un régimen de relaciones sociales justas y humanas, debe basarse en las leyes objetivas del desarrollo histórico-social.

Este paso marca un viraje radical en su desarrollo ideológico. La agudización de la lucha de clases ahonda aún más su conciencia crítica y define su orientación ideológica. Fustiga al capitalismo y su dominación imperialista y deja asentada su convicción de que las bases sociales de la explotación han de revisarse y transformarse radicalmente.

Comprende con claridad que la lucha antiimperialista y la destrucción de la explotación capitalista constituyen el problema central de la vida nicaragüense y la condición primaria y fundamental para la liberación del pueblo. Liga la transformación radical de la sociedad directamente con los intereses de las masas populares; si bien es cierto que hay nebulosidad respecto al papel histórico que ha de cumplir la clase obrera: "Del vientre de los oprimidos nacerá la revolución". Su obra rebosa solidaridad, simpatía hacia el pueblo oprimido. A partir de este enfoque, demuestra el carácter antipopular de la dominación burguesa.

Censura la desigualdad de los hombres en la sociedad capitalista en que vivimos, la explotación, el egoísmo y la indigencia espiritual de la burguesía, como "el imperialismo, como elemento perturbador, desorganizador, etcétera / factor de atraso, de corrupción en Nicaragua: ha violado / tratados, constituciones, decisiones judiciales / provocado guerra civil, manipulado elecciones sobornadas / ha amparado robos, prostituido la política, empobrecido al pueblo"...

Señala el carácter formal de la libertad burguesa, porque "no hay libertad mientras haya ricos, / mientras haya libertad de explotar a otros, libertad / de robarle a los demás / mientras haya clases no hay libertad". Esta libertad que es hipocresía de la burguesía, engaño de las masas humilladas por el capital, la propiedad privada, etcétera. Sin embargo, soslaya la lucha de clases y pone en su lugar el amor: "El amor es subversivo", el amor es el elemento unificador del pueblo, "la unión del pueblo para hacer la revolución". En este caso, Cardenal no observa que el hecho de que algunos individuos pertenezcan a las clases explotadas y otros a las clases explotadoras resultaría como consecuencia del desamor y no por el lugar que ocupan en un sistema de producción históricamente determinado, por las relaciones que establecen con los medios de producción, el lugar que ocupan en la organización social, y que es esto lo que determina en primer término la unidad y lucha de clases.

Al criticar al capitalismo pone de manifiesto su transitoriedad histórica de dar paso a una fase superior, irreversible, en el desarrollo social: el socialismo, "un régimen social justo que asegure que jamás retornará / el régimen de la desigualdad social".

La futura sociedad socialista, según Cardenal, se basará en la igualdad económica: "Repartida la riqueza nacional todos por igual / el producto nacional bruto, toditos, por igual", y en la ausencia de la explotación del hombre por el hombre: "una tierra con la explotación abolida". Todo porque únicamente la igualdad económica, la ausencia de la propiedad privada y la presencia de una auténtica democracia constituyen la premisa del libre desarrollo de la personalidad y la unión fraterna de los hombres y de los pueblos: "grandes cooperativas campesinas / ya va a empezar la campaña de alfabetización / van a estudiar ballet los muchachos de Muy Muy / teatro en Tecolostote, en Telpaneca" (...) "y también serán expropiadas las mansiones de lujo" (...) "para ser hermanos hemos nacido".

La fundamentación, dada por Cardenal, a la ineluctabilidad histórica de la sociedad socialista, se basa todavía en una concepción estrecha de la historia: el socialismo o el comunismo como sueños de la humanidad que han de convertirse en realidad, sociedades ideales que han de materializarse: "Comunismo o reino de Dios en la tierra que es lo mismo". Al fin de cuentas, el socialismo, el comunismo de Ernesto Cardenal está impregnado de idealismo cristiano. El socialismo no es un sueño al que hay que aspirar o un ideal que realizar simplemente; es una sociedad de hombres libres que trabajan con medios de producción comunes y hacen uso conscientemente de todas sus fuerzas individuales como una sola fuerza social, para garantizar la satisfacción social organizada de todos los individuos, y asegurar, así, las condiciones materiales y sociales para una vida feliz.

Pero a través de un proceso universal de afirmaciones y negaciones, donde los hechos llevan en sí los gérmenes de su propia superación, Cardenal instaura entre sus ideas los elementos de la concepción marxista del comunismo: "De cada uno según su capacidad / a cada uno según sus necesidades". Y pone de manifiesto la racionalidad de la producción: "un sistema que resuelva las necesidades de la vida / a cada uno según sus necesidades". Y pone de manifiesto la racionalidad de la vida / y las necesidades determinen la producción", característica esencial de la producción socialista planificada.

A diferencia de los ilusos que todavía pululan entre nosotros, Ernesto Cardenal no cree que la reorganización de la sociedad, en base a principios y relaciones socialistas, pueda ser realizada por vía pacífica. Es ridículo pensar que esto pueda realizarse con el correr del tiempo, con la disposición de la burguesía explotadora y sin revolución violenta. No hay lucha sin choques violentos. Con admiración se refiere a la lucha de Sandino. Con admiración recuerda a Pedrón Altamirano y Miguel Ángel Ortez. Con admiración a los campesinos que dejan sin tapiscar el maíz para marchar con Sandino a verguear a los marinos. Y la gesta de Leonel: "Que se rinda tu madre". Y el "Canto Nacional" al Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN). Y Patria Libre o Morir.

Algunos dirán y se preguntarán: ¿qué tiene que ver todo esto con la poesía, con la obra poética de Ernesto Cardenal? Tajantemente contestaríamos: no importa lo que esos algunos piensen, digan, maldigan o pregunten. Más explícitamente, todo esto está en la raíz misma de la poesía y en la concepción estética de Ernesto Cardenal: la poesía para el pueblo, para todos los hombres. Porque el arte y la poesía pertenecen al pueblo, para todos los hombres. Porque el arte y la poesía pertenecen al pueblo y deben tener sus raíces más profundas en las entrañas de las masas populares. Conjuntar los sentimientos, el pensar y la voluntad de las masas.
Para que el arte pueda acercarse al pueblo y el pueblo al arte, en primer término, hay que hacer la revolución. Miles de niños crecen sin ser educados ni instruidos y son tan ignorantes como sus padres y abuelos. ¡Y las masas obreras y campesinas necesitadas de pan! ¡Cuántos talentos se pierden por esa razón! "Habitantes de ranchos en perpetua noche". Mientras una minoría goza de refinados platillos y de refinada cultura. Esta es la lacerante contradicción que descubre Ernesto Cardenal a través de su poesía. Por ello la raíz de su poesía es la liberación del hombre.

El poeta siente la necesidad de comunicarse con el dolor del pueblo. La solidaridad humana que hace realidad la verdadera poesía. Su producción hinca los dientes en la realidad que vivimos: la explotación capitalista, la dominación imperialista en conclusión con la oligarquía libero-conservadora. Pero comprende que no basta la poesía, el arte, la literatura, que no basta nuestra sensibilidad para liberarnos. Hay que organizar al pueblo, organizarnos y luchar. Aquí su poesía tiene coherencia y continuidad ideológica. Aquí Ernesto ha superado toda la sombría metafísica que obstruye la acción liberadora. Ernesto sabe bien que la vida es superior al arte.

A nuestros intelectuales nicaragüenses, a quienes les agrada considerarse avanzados, les molesta mucho trasladar esta cuestión al terreno del arte, la literatura, la poesía. Cegados por la supuesta "última moda", por la "última palabra", el "purismo estético", "el mundo subreal", "la vida es corta, el arte es largo", y toda esa pléyade de zarandajas, son incapaces de ver tras todo esto el servilismo, los prejuicios, la degradación y el carácter reaccionario burgués. Basta con pensar un poco en la dependencia de la vida cotidiana: económica, ideológica, gubernamental; etcétera, en que se encuentran estos intelectuales con respecto a la burguesía dominante, para darse cuenta de los intereses de clase que están en juego, para entender la posición de clase de la burguesía y el apoyo gracioso que presta a todas estas formas y tendencias.

El trabajo intelectual en nuestro país debe ser, primeramente, militante, combativo, en el sentido de poner al descubierto y denunciar las lacras, desenmascarar sin tregua a los lacayos intelectuales de la burguesía, sea que actúen oficialmente o en calidad de infiltrados o francotiradores que se dicen "izquierdistas" o "progresistas". Tender, a través de una percepción distinta de la realidad, a la modificación de las relaciones con el mundo burgués, esclarecer y condicionar para la lucha liberadora. Hacer volar las sombras y la mansedumbre de la conciencia popular.

Precisamente ésta es la tarea de Cardenal. Llenar su poesía con nuestra realidad, con seres de carne y hueso, de recobrar y proyectar los viejos sueños del pueblo. La esencia de su poesía está en nuestro paisaje, en la sustancia de la realidad nacional en sus versiones más auténticamente revolucionarias y en la proyección de tales versiones hacia el futuro socialista-comunista. Su trayectoria fundamental que determinada por la conciencia del servicio social de su poesía. Extiende esta vocación, esta misión, hasta sus últimas consecuencias; tomar partido por los intereses del pueblo, unirse a la fuerza organizada del pueblo, a su vanguardia revolucionaria, para convertirse en parte de la colosal tarea de transformar la sociedad, de transformar las condiciones que rodean al hombre. Comprende, metido en la trama de las luchas de nuestro país, de nuestra América y del mundo, que sólo se puede caminar erguido entregándose y entregando su producción al ejército de los oprimidos, al ejército de la revolución que marcha sin descanso y avanza, aunque a momentos sufra caídas y pueda equivocarse. Por este camino podrá la poesía recuperar la razón y el espacio que le recorta el capitalismo.

"Canto Nacional" — al FSLN —alienta esta tarea histórica, con el optimismo de las fuerzas nuevas seguras de su victoria, sin la que no se concibe una poesía cabal puesta al servicio de la liberación humana. Puede palparse el alborozo de sentir bajo los pies el temblor de la subversión revolucionaria y el nacimiento seguro de un mundo nuevo, inédito, pero cuyos rasgos esenciales ya conocemos. "Canto Nacional" — al FSLN — se logra como poema en la utilización de un lenguaje familiar y en la estructuración de imágenes espontáneas, en su enraizamiento en nuestra realidad física y social. Se instaura en función de un ideal revolucionario. A veces, es cierto, tan tremenda y convulsa es la realidad que estamos viviendo y, por supuesto, la impaciencia apasionada del poeta, que pareciera que la vocación poética quedara relegada ante las demandas de una acción práctica; el poema quisiera convertirse en arma, dispararse, explotar y acabar ya con tanta ignominia. Pero cumple con su optimismo y su poderosa fe en el porvenir. Hay confianza en el pueblo y en su fuerza revolucionaria.

El porvenir ha sido escrito y lo realizan los pueblos liberados. Nuestro destino se traza con la bandera y los fusiles del Frente Sandinista de Liberación Nacional, con las fuerzas revolucionarias del pueblo. Conquistaremos la dignidad, la justicia, el bienestar para el pueblo. Liberaremos de la explotación a los hombres. Y los poetas no habrán hecho su canto en vano.
Managua. 1972