Fuente:http://www.siempre.com.mx/2015/09/poesia-en-circunstancias/
La labor poética de Maricela Guerrero (Ciudad de México, 1977) agrupa una amplia diversidad temática en su obra. Recientemente apareció el libro De lo perdido lo hallado (conaculta), poemas con “vocación de alegría”, como la autora y un grupo de sus amigos poetas llaman a los versos en que también se reconoce que existen cosas terribles en el mundo, y que se debe luchar para transformarlas.
Maricela Guerrero se abraza al mejor gesto de la vida que le ha tocado para expresarlo en su volumen; “es el sentir que fluye en este libro”.
—Escribo con el resultado de la búsqueda que constantemente hago en diversas imágenes, escenas o hasta de Internet. En otras ocasiones, como sucedió con algunos de estos poemas, me interesaba por la musicalidad, así se podía apreciar una serie de imágenes que se iban acomodando y redondeando alrededor de este ritmo. Ya cuando termino el poema sí me importa mucho que la mancha tipográfica también esté en consonancia con ese ritmo y con esas imágenes. Trato de darle toda esa densidad material al poema, lo que tendría que ver con lo sonoro, lo semántico y lo visual.
—En tu libro anterior había tristeza, no como el actual. ¿Cómo podemos definir tu obra?
—Me gusta el término poesía en circunstancias. Creo que mi obra se relaciona con intenciones. Algunos de los poemas de este libro salieron sueltos. Los que están en la última parte son divertimentos, retos, situaciones o poemas que surgían de una experiencia; por ejemplo, hay un soneto que está incluido ahí, con cuatrocientas letras, que surgió de un ejercicio de un blog de Letras libres. Alguien propuso un juego que consistía en construir un soneto con cuatrocientas letras, fue cuando yo estaba con mi amigo Rodrigo Flores (también poeta), y quisimos construir ese poema, un ejercicio muy emocionante. Hay otros textos donde intervengo, por ejemplo, en uno de Omar Pimienta, el poema original es “He was Cassius Clay”, donde habla de la escritura como si fuéramos boxeadores, como Cassius Clay; pero yo lo intervengo con algo de la historia de San Juan de la Cruz. Algunos de estos poemas surgen de retos particulares. En otros libros el reto ha sido, por ejemplo, en el primero de ellos, Desde las ramas de una guacamaya, componer el insomnio de una guacamaya. Es una mujer que habla y habla durante una noche, y eso se convirtió en un poema muy largo que no tiene cortes.
—En tu obra es constante la interrelación con otros poetas…
—Es que en la poesía actual hay trabajos muy importantes, muy brillantes; sobre todo, sumamente iluminadores de las otras formas que hay de pensar y de vivir en una sociedad como la nuestra. Revisé nuevamente, hace poco, La historia de la sodomía en la Nueva España de Luis Felipe Fabre. Lo que hace Luis Felipe es recuperar documentos de la Inquisición, donde era contra homosexuales sodomitas, y con eso compone un poema y una historia y una serie de villancicos, recuperando la forma tradicional del verso del Siglo de oro, pero dándole una vitalidad completamente extraordinaria. Me parece un acto de absoluta generosidad estar en el momento de la poesía mexicana donde sucede un libro como ese. He estado revisando también Antígona González de Sara Uribe, que es otra maravilla. Sara compone un texto bastante poético, bastante lírico, pero que, a su vez, tiene una estructura dramática, contando la historia de una hermana a quien le han desaparecido a su hermano y lo busca, a pesar de que la vida sigue fluyendo. ¿Qué sucede con nuestros desaparecidos? Es un libro muy intenso, muy, diríamos, fácil de leer, pero sumamente profundo, en tanto lo que está ocurriendo en un país como el nuestro. Y trabajos de otras compañeras, como Minerva Reynosa o Citlalli Rodríguez son muy valiosos, justo por este juego que hacen con el lenguaje y la poesía, así nos muestran otras visiones de la realidad y de la historia. Me parece que vivimos en un momento de una gran efervescencia de escrituras muy diversas, pero todas infinitamente propositivas en cuanto al lenguaje y en cuanto a la forma como inciden en esto que llamamos realidad.
—¿Cómo es tu enfrentamiento con la página en blanco?
—De gozo. Así debe ser escribir, aunque se aborden temas terribles o de dolor.
—Háblanos del amor en tu poesía.
—El tema surgió de retos y de una necesidad de probarme cosas. En mi libro actual abordo el tema, con la idea de que se desmarquen de los lugares comunes que existen en la poesía amorosa. Me divierte no estar fluyendo en el marco que nos han enseñado de que aquí está el cariño y todos esos tópicos, sino que yo abordo el tema de otra forma.
—¿Cómo le das al amor un enfoque diferente en tus poemas?
—Eso es algo que es fundamental buscarlo, en la poesía y en la vida. El problema es que el amor en un sistema económico, político y social, como el nuestro, resulta ser un tema que han acaparado los medios y, hasta cierto punto, las políticas sociales; y suponen que el amor debe ser de una sola manera y esa sola manera es absurda y triste. El considerar que el amor sólo puede darse entre un hombre y una mujer de ciertas edades, con ciertas características, con la función de procrear…, es aterrador porque, en realidad, puede haber muchísimas formas del cariño y muchísimas otras formas del amor que no precisamente pasen por la procreación o por la acumulación de capital. Debemos desmarcarnos de eso, y en la medida en que consideremos que no son esas las únicas formas de estar amorosamente con una persona, estamos emancipándonos y disintiendo y, por supuesto, así seremos más felices. Alejandro Alvarado