Y lo es por su extensa trayectoria como redactor del diario "El País", ejerciendo de corresponsal político durante la transición, por sus premios como cronista parlamentario o la consecución del prestigioso Mesonero Romanos de periodismo, algo que ha ligado siempre, estrechamente, a una intensa actividad literaria como poeta intimista, aunque la haya mantenido soterrada hasta alcanzar la jubilación.
Después de escribir con su hijo Daniel Serrano, también periodista, "Toda España era una cárcel. Memoria de los presos del franquismo" y "La España de Cuéntame", ambos con Aguilar, la novela "Un único crimen", con Témpora Ediciones, y el libelo pro y contra el periodismo "Berenice. Un oficio de fracasados", acaba de sacar a la luz el libro "Los cuerpos lejanos" y ya llama a las puertas de las librerías, para ponerse a la venta, otro nuevo libro, "El llanto de Aquiles".
-Pregunta: ¿Por qué "Los cuerpos lejanos"?
libro-280-Rodolfo Serrano: Este es mi cuarto libro de poesía. Se trata de una recopilación de algunos poemas recogidos en mi blog. El editor me propuso publicar en una editorial joven que, en mi opinión ha revolucionado la edición poética. Se trata de una editorial independiente. Frida Ediciones, que publica, sobre todo, a gente muy joven. Para mí, con 67 años, fue una alegría que gente así pensara que mis versos podían interesar. Y, la verdad es que estoy muy satisfecho. En apenas dos meses se reeditaron otros mil ejemplares, lo que en poesía es una cifra muy satisfactoria.
-P.: ¿Prepara alguno nuevo?
-R.S.: Huerga y Fierro está preparando otro nuevo libro, El llanto de Aquiles, que saldrá en breve.
-P.: ¿Tiene alguna musa carnal que inspire sus poemas?
-R.S.: Siempre hay una musa, aunque esté conformada por varios cuerpos. Los recuerdos, el pasado, las experiencias vividas y transformadas en objeto poético. No se puede hablar de una sola musa. Siempre queda algún girón de vida que, al final, se convierte en musa. Y no sólo amorosa. También queda en nosotros la experiencia vital: la niñez, el tiempo vivido, tanto social como político. El recuerdo, la nostalgia. Siempre la nostalgia de un pasado en el que fuimos felices o sufrimos por un amor perdido.
-P.: ¿Cuáles son los ejes de su obra poética?
-R.S.: Fundamentalmente, y tal vez por mi edad, mi poesía gira en torno a los días que fueron. Este libro tiene mucho de poesía del fracaso. Fracaso, no en el sentido triste del término, sino en la idea de que en todas las historias que hemos vividos, siempre nos queda la sensación de un fracaso glorioso, de la dicha que tuvimos en las manos. Es el gozo de la vida que se nos reposa cuando el tiempo sitúa las cosas en otra dimensión, en otras vivencias.
-P.: ¿Cuánto de estrecha es la colaboración con su hijo Ismael?
-R.S.: Pues muy intensa. Desde el primer disco, mi hijo siempre incluyó entre sus canciones un texto mío. He procurado que fueran textos intemporales, que se adaptaran a una generación tan lejana de la mía. En mi casa siempre ha habido una gran relación con la poesía. Y mis hijos, desde muy pequeños, han vivido entre libros, han conocido la poesía clásica y moderna, han escuchado cantautores clásicos. Eso ha hecho que mi relación con ellos fuera, en este sentido, muy fluida.
-P.: ¿Qué le parece que los poetas, como Luis García Montero, se metan a política y sean candidatos?
-R.S.: Me parece muy bien. Es una forma de continuidad del compromiso. Yo creo que el compromiso político debe de estar presente en la poesía. Y Luis García Montero es un buen ejemplo de persona comprometida con su tiempo y su país. No se puede desvincular el compromiso poético del compromiso político. Los grandes poetas han vivido ese compromiso vitalmente. La política necesita el aliento poético como una parte más de su trayectoria.
-P.: Usted, que ha vivido tantos años ejerciendo de corresponsal político de El País y otros medios de comunicación, ¿cree que hay alguna relación entre periodismo y poesía? ¿O son incompatibles?
-R.S.: Existe una clara relación. El periodismo, como crónica del tiempo, de una sociedad, es, en muchas ocasiones, la narración de las inquietudes de una sociedad. Y la poesía también lo es, como decía antes. Además, el lenguaje periodístico, comparte con el de la poesía, una economía del lenguaje. Ambos están obligados a contar brevemente una historia. De hecho, históricamente, hay grandes periodistas que han dedicado buena parte de su obra a la poesía, o poetas que han buscado el pan de cada día en el oficio de periodistas. Bécquer, por ejemplo. O Pepe Hierro, por no hablar del mismo Unamuno, de los Machado que colaboraron en los periódicos de su época.
-P.: ¿Cómo va a afectar a la poesía el desarrollo de Internet?
-R.S.: Ahora hay una corriente joven que utiliza las redes sociales para mostrar su obra poética. Hay de todo. Gente muy mala y gente muy buena. Y gente mediopensionista. Internet es una herramienta fundamental tanto para difundir la poesía como para investigar en otras formas de expresión. Mi editor, del que hablaba al principio, me comentaba que su editorial no hubiera sido la misma sin las redes sociales. En ellas ha encontrado poetas nuevos y, sobre todo, le ha servido para difundir sus libros. Los medios tradicionales no encuentran hueco para la poesía, fuera del circuito de lo que podríamos llamar los poetas consagrados. Pero estas editoriales, la autoedición incluso, utilizan los nuevos mecanismos para difundir la poesía. Se ha roto, así, el circuito tradicional. Y eso es bueno.
-P.: ¿A qué se debe el preámbulo de Patxi Andion?
-R.S.: Para mí Patxi Andión ha sido siempre un referente. No sólo porque hayamos coincidido políticamente en nuestra juventud, sino por la calidad poética de sus letras. Él no se considera poeta y, sin embargo, creo que lo es. Creo que algunas canciones suyas, como le ocurre a Serrat, a Sabina, son pura poesía. Cuando el editor me pidió un prologuista, no lo dudé. Me parecía que Patxi era la persona adecuada, por su cercanía generacional y porque era para mí un referente. Se resistió, pero cuando tuve en mis manos el texto que acompaña el poemario me quedé asombrado de su profundidad y de sus análisis. Igual me ocurrió con Paris Joel, otro cantautor gallego, joven, que escribió unos folios a modo de epílogo y que me hizo ver cosas en mi poesía que yo no había visto.
RAIMUNDO CASTRO