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En la poesía, el éxito no es tan importante” - Perú

Fuente: http://www.larepublica.pe/02-09-201/en-la-poesia-el-exito-no-es-tan-importante

En España eres muy difundido y en el Perú, tu patria, apenas se te conoce...

Sí, y eso es bueno, porque, en la poesía, el éxito no es tan importante. Yo me considero un aprendiz de poeta. Hay otros que creen que han llegado a un escalón literario trascendente y, la verdad, pueden estar de moda, pero, como sabemos, la moda pasa de moda.

¿No importa el éxito?

Los poetas que entramos a esa vertiente, que considero el sacerdocio de la palabra, vamos cuidando el limar la palabra, pulirla, decantarla y no nos interesa tanto el éxito, sino lo que vamos preñando en el papel, sabiéndonos eslabones de una larga cadena que viene desde el principio. En el principio fue el verbo. En el principio fue la poesía.

Tu encuentro con la poesía fue temprano. ¿Por qué estudiaste Derecho?

Yo estudié Derecho, porque de algo hay que subsistir. Vivo para la poesía, pero no de la poesía. Quien pretenda vivir de la poesía está equivocado, debe buscar otra vía. El poeta tiene otras aspiraciones. Por eso pocos, en realidad, son poetas en largos milenios. Hay muchos que escriben versos, pero poesía, como tal, realmente son pocos.

¿Ha marcado tu poesía el hecho de ser de la selva?

Sí. Para mí, la selva es madre, hermana, y marca, preña todos mis sentimientos y emociones. Una parte de mi corazón está teñido de verde. La otra, de amarillo, por las piedras de Salamanca. Soy fiel a dos tierras muy distantes, pero que en mí se unen: la Amazonía peruana y la meseta castellana.

¿Y cómo marca la selva tu poesía?

La selva, aunque no quieras, te atrae, te imanta, y te hace decir cosas... En este último libro hago un reclamo lírico contra el destrozo, la deforestación, la contaminación que se está haciendo a pasos agigantados y de una forma tan aberrante que lo van a pagar nuestros nietos. Eso me ha hecho decir la selva...

¿Y la selva te sigue marcando tras 30 años de vivir en un país tan distinto?

Nunca me he ido de la selva. Bastó que yo llegara, el día que bajaba del avión, y yo estaba integrado. Es una simbiosis que permite que tú puedas estar décadas fuera, llegas y te sientes, eres de ahí y te saben de ahí.

La selva, en la pintura, tiñe al arte de sensualidad. ¿Es igual en tu poesía?

La sensualidad es un tópico, por el que se entiende que todo ser de regiones del trópico está con la carnalidad a flor de piel... Pero yo siempre he sido un hombre al que le ha encantado el Eros y, justamente, cuando leí la Biblia y, sobre todo, cuando me topé con El cantar de los cantares, dije: caramba, ¡ahí está esa sensualidad de la que tanto se habla! Y no hay que ser del trópico.

Pese a tu religiosidad actual, pasaste una etapa de ateísmo. ¿Por qué?

Se debió a que detesto la hipocresía. Porque quienes tenían que dar la imagen, el ejemplo, no lo daban. Cuando yo empecé a leer, empecé por los Salmos de David y vi que la Biblia no es ese sermón rosa que nos dan los curas, sino que allí están todos los defectos del ser humano, todas las grandes tonterías que hicieron desde el rey Salomón, David y todos los demás...

¿Ahí el ateo vuelve a creer?

Sí. Y Cristo nos dio el ejemplo de humildad de sencillez. Es un gran poeta: hablaba en parábolas. Y los grandes profetas bíblicos también eran unos grandes poetas. Más de la mitad de la Biblia está escrita en verso.

¿No eres un fundamentalista que toma al pie de la letra la Biblia?

No. Yo no soy ni evangélico, ni católico, ni nada: yo soy cristiano. En el sentido de que lo que tiene que seguir un cristiano es el gran poema del cristianismo que es el Sermón de la montaña.

Recién siento tu dejo charapa (risas).

Si te das cuenta, los de Madre de Dios no tenemos el dejo charapa completo. Pero nunca he perdido mi dejo. Estoy 30 años en España y no he adoptado el acento español. Ni en Lima, cuando estudié los seis años de la carrera. Soy el Chuncho y siempre seré el Chuncho que quiere a su tierra.

Tú dices que no promoviste más tu poesía en el Perú por pudor. ¿Estar en librerías ahora cambia la cosa?

Puede cambiar. Y me interesa, no por mí, sino por el editor, que es heroico y se ha atrevido a publicar poesía. Pero lo importante es que la poesía, cuando se lea o escuche, conmueva al ser humano.

Si te hubieras quedado, ¿a qué generación de poetas pertenecerías?

No lo sé y no me interesa ninguna generación. Me interesa el poeta en específico. Porque muchas veces los mediocres se juntan en generaciones para ampararse, y uno habla del otro y el otro escribe del otro...

Y siendo tan peruano desde España, ¿has pensado volver alguna vez para siempre?

(Silencio). Yo fui un inmigrante cultural, a mí me interesaba la cultura, y es por eso que me he quedado. El Perú siempre me atrae. Yo volveré, no sé si para quedarme en vida, pero en muerte seguro que volveré. Ya está previsto eso.

¿Cómo es eso de "está previsto"?

Le he dicho a mi mujer que, cuando muera, una mitad de mis cenizas se arroje en el río Tormes y, la otra mitad, en el río Madre de Dios. Pero nunca me he ido. De verdad que nunca me he ido.

LA FICHA

Nací en Puerto Maldonado hace 52 años. Mis abuelos eran migrantes y yo soy la primera generación que pudo salir a estudiar una carrera. Estudié Derecho y hace 30 años vivo en España. Soy profesor de la Universidad de Salamanca y, desde el 2005, miembro de la Academia Castellana y Leonesa de la Poesía. He recibido varios premios internacionales y escrito más de 15 libros de poesía que han sido traducidos a 20 idiomas, pero recién el último, Memorial de Tierraverde, y la antología Monarquía del asombro han sido editados por fin en mi país.
Maritza Espinoza