Miguel Ángel Arcas (Granada, 1956), ganador del XXII Premio de Poesía Ciudad de Córdoba "Ricardo Molina" con el poemario "Llueve horizontal" (Hiperión), dotado con 12.000 euros, ha dicho a Efe que "en poesía, el único capital es el yo; el narcisismo y su engorde es la moneda de los poetas".
"En poesía no existe el capital, el dinero, no se manejan adelantos ni cobros de derechos; y hay poetas que sueñan por encima de sus posibilidades, que sueñan por encima de sus lectores, poetas en los que la ambición es superior a su talento", ha señalado para explicar los enfrentamientos entre corrientes poéticas de los que su ciudad, Granada, fue epicentro.
Sobre si Granada es una ciudad peligrosa para los poetas, ha contestado: "Granada siempre ha sido una ciudad peligrosa, y si no que se lo digan a Lorca; Granada es una ciudad ensimismada y quejosa -y muy bella-, una ciudad que por un lado te atrapa y por otro te expulsa, y eso es muy propio de poetas".
Director de la editorial Cuadernos del Vigía, además de poeta, ha señalado que los malos poemas "son fáciles de escribir, y además son contagiosos" porque "si lees mala poesía escribirás malos poemas; dime qué lees y te diré qué puedes escribir; además, un mal poema aturde, confunde sentimientos, ahoga las emociones por exceso de elevación, o las quema en una hoguera de palabras raras o de razones que nadie comparte.
"Un mal poema apuñala la inteligencia con la espada sucia de la retórica; un mal poema no sabe nada de sí mismo, sin embargo el mal poeta es el último en saber que lo es", ha añadido.
Arcas asegura no haber contado cuántos manuscritos rechaza al año, pero ha añadido: "Hay menos peces en la mar que manuscritos me llegan".
Sobre si estos últimos años ha estado lloviendo horizontalmente, como dice el título de su libro, ha respondido: "Sí, claro; nos han inundado de malas aguas; nos han enviado tormentas y ciclones y nos están dejando sin flotadores ni salvavidas, sin recursos contra el aguacero; ha llovido y el arca está casi vacía, en ella están a salvo solamente los fabricantes de relámpagos".
"Por eso la poesía es importante siempre, nos da herramientas y fuerza para no sucumbir al temporal, nos regala las palabras que permiten entendernos y entender el mundo, nos ayuda a construir un pensamiento autónomo y a saber que nuestros sentimientos se pueden transformar; con ella conseguimos flotar y remar; Lo de llegar a puerto ya es otra historia", ha añadido.
Como remedio para afrontar la lluvia horizontal, ha señalado "El desnudo, la autonomía, la mirada lúcida e inconforme, la generosidad, el paraguas de la templanza, la resistencia al pensamiento único, al rodillo de la estupidez y el abandono; la lluvia horizontal moja y cala más que la vertical, la de los cielos".
La lluvia horizontal "es la lluvia propia, la que despedimos los hombres, la que arrojamos sin ser vistos y recibimos sin verla venir; puede haber lluvia ácida y lluvia dulce, benefactora, nutricia; y las dos están en este libro. Como en todo, la lluvia también anda entre dos aguas".
De si su afición al aforismo le hace detestar los poemas carentes de significado, ha dicho que "un poema no puede dejar de sugerir y generar pensamiento, sean ideas concretas, reflexiones, o delicados acercamientos a la propia realidad del poema".
Buena parte de su esfuerzo editorial lo ha dedicado a la obra de Max Aub porque ha ido "descubriendo en él y en su literatura una de las voces más importantes y significativas de nuestra historia y nuestras letras; un verdadero ejemplo de dignidad personal y de talento literario que desafortunadamente ha estado olvidado en los últimos setenta años".
"Merece la pena el esfuerzo de recuperarlo para los lectores; su obra es un verdadero pozo sin fondo, una muestra genial, vanguardista y comprometida con su tiempo, un tiempo que no deja de ser también el nuestro; Aub es y será siempre uno de los grandes".
EFE/