XXXVI CERTAMEN DE POESÍA "BLAS INFANTE"

El universo de Paul Delvaux, pintor de la poesía, en el Thyssen-Bornemisza - España

Fuente: http://www.lavanguardia.com/cultura/20150223/54427541619/el-universo-de-paul-delvaux-pintor-de-la-poesia-en-el-thyssen-bornemisza.html

Las mujeres y sus relaciones, las estaciones de tren, la arquitectura y los esqueletos forman el universo del artista belga Paul Delvaux, pintor de la poesía al que el Museo Thyssen-Bornemisza dedica una exposición.

Maestro del surrealismo mágico de Bélgica junto a Rene Magritte, se trata de un artista muy personal caracterizado por sus mujeres desnudas, serenas e hieráticas, envueltas en un halo misterioso e impenetrable.

"Paul Delvaux. Paseo por el amor y la muerte", organizada en colaboración con el Musée d'Ixelles, exhibe más de medio centenar de obras procedentes de colecciones públicas y privadas de Bélgica, especialmente de la de Nicole y Pierre Ghêne que han cedido 42 piezas.

Costumbrista en sus inicios, derivó al expresionismo bajo la influencia de Permeke, James Ensor y Gustave De Smet, y tras un periodo simbolista, el artista belga llegó a un surrealismo muy personal, influido por la obra de De Chirico y Magritte.

Aunque el surrealismo se convirtió en la revelación más decisiva de su vida, no llegó nunca a considerarse propiamente un pintor surrealista. Le interesaba más la atmósfera poética y misteriosa del movimiento que su lucha iconoclasta, por lo que creó un universo propio y original, libre de reglas, entre el sueño y la realidad.

Para Guillermo Solana, director artístico del Thyssen, el "secreto" de Delvaux reside en sus espacios, en sus escenarios "que lo son en el sentido literal. Sus espacios tienen carácter inquietante, intrigante y, a veces, angustioso".

Solana recordó la afirmación del historiador Jean Clair respecto a que el secreto de Delvaux estaba cerca de la afinidad inconsciente entre el espacio del museo y el prostíbulo.

Con la intención de mostrar al Delvaux más concentrado y esencial, la comisaria Laura Neve ha planteado un recorrido marcado por los temas emblemáticos que marcaron una trayectoria en la que la mujer es omnipresente y que se inicia con "La Venus dormida", obra que refleja su visita al Museo Pintzner de Anatomía e Higiene.

Este museo, en una barraca de una feria de Bruselas, le impresionó profundamente y en especial la "Venus desnuda" que se mostraba y que se convirtió en un motivo recurrente en su obra y que remite a su amor incondicional por la mujer.

"El doble (parejas y espejos)" muestra su interés desde comienzos de la década de 1930 por la pareja y en especial por las de lesbianas, una relación que le llega a fascinar por pertenecer a la intimidad femenina. "Consideraba que estas parejas eran más espontáneas que las heterosexuales".

Para Laura Neve, en su obra Delvaux refleja una relación difícil entre hombre y mujer. "No hay contacto con los hombres, que aparecen en un segundo plano y son como un autorretrato de él".

El espejo, dentro del mundo femenino, es también importante atribuyendo un papel activo al reflejo, prefiriendo la realidad imaginaria a la tangible.

"A partir de 1935, en que descubre el surrealismo, se interesa mucho por la arquitectura antigua, ocupando esta un lugar preferente en su obra", según la comisaria.

De Chirico fue pieza clave de su iconografía que se manifiesta no solo a través de la arquitectura, sino también de la mitología o la vestimenta de las figuras femeninas. La Antigüedad supone una escapatoria del mundo cotidiano, una forma de liberar la imaginación.

"Los decorados son muy importantes en su trabajo. Mezcla las arquitecturas porque está en un mundo fuera del tiempo aunque los edificios los representa con fidelidad", en opinión de la comisaria que ha dedicado el capítulo siguiente a "Las estaciones", otro de sus temas fundamentales.

Desde muy joven, Delvaux se interesó por el ferrocarril, símbolo de una modernidad emergente que le fascinaba. Ya en la década de 1920, la Estación de Luxemburgo en Bruselas es uno de sus temas de inspiración favoritos.

Abandonó después el mundo de los trenes para volver a él en los 40, convirtiéndose en indisociable de su identidad pictórica.

Su fascinación por los esqueletos se remonta a su etapa escolar; sus esqueletos están vivos, tienen movimiento y en ocasiones sustituyen al personaje principal.

Pintó una serie de versiones de la Pasión de Cristo protagonizadas por esqueletos que se expusieron en 1954 en la Bienal de Venecia. Estas obras provocaron un escándalo sin pretenderlo el artista y el cardenal Roncalli, futuro papa Juan XXIII, las condenó por herejía.