Fuente: https://www.elmundo.es/madrid/2024/06/04/665dc2d2fc6c8322088b4589.html
Más de 40 frases decoran las calles de Colmenar del Arroyo, que atrae con su curiosa historia hasta a turistas internacionales.
A unos 60 kilómetros de la Puerta del Sol, en la sierra oeste de Madrid, se halla enclavado un pequeño municipio que no alcanza los 2.000 habitantes pero que, gracias a su originalidad, ha conseguido traspasar fronteras. La iniciativa de un vecino convirtió hace años sus calles en poesía y desde entonces Colmenar del Arroyo atrae a turistas nacionales e internacionales, porque, dicen, los que descubren su pequeño secreto no quieren dejar de ver, de retratar, este lugar, conocido como el pueblo poético.
A Luis, un vecino y poeta colmenareño, ávido lector y amante de la poesía, se le ocurrió hace ahora 10 años poner en marcha un movimiento -basado en uno similar nacido en México, dos años, antes de la mano del escritor Darío Alanis- para llenar las paredes de su localidad de frases poéticas. Una mañana, con esa idea rondándole en la cabeza, se presentó en el Ayuntamiento. «Espero con mucha ilusión que convirtamos a Colmenar del Arroyo en otro pueblo, donde la poesía salga de los libros e inunde sus muros y calles con bellas y motivadoras frases al servicio de la paz y la cultura», les comentó a los responsables del municipio, según recuerda ahora la alcaldesa, Ana Belén Barbero.
A aquel encuentro, Luis no sólo llevó un bosquejo sin más, sino un proyecto armado que contemplaba el cómo y el dónde ejecutarlo, pues había pensado en todas las paredes y las frases que en ellas debían ir. Al Consistorio este planteamiento no sólo le resultó interesante, sino apropiado, pues le permitiría decorar el pueblo y, además, arreglar las paredes de muchos de sus edificios.
UN MUNICIPIO VOLCADO
Para poner en marcha la iniciativa, se necesitó la autorización previa a los vecinos, ya que la utilización de estos espacios siempre debe contar con el consentimiento de sus propietarios. Una vez conseguidos los permisos, el Consistorio se puso manos a la obra y en el mes de julio de 2014, los primeros poemas lucían en las calles del municipio.
Todo el pueblo participó en la acción. E incluso gente de fuera se dejó caer por allí en aquellas fechas para ser partícipe de un movimiento cultural que buscaba que tanto niños como mayores plasmaran su amor por las letras. De estrenar la iniciativa se encargó Luis, el ideólogo, que no dudó en versionar al escritor Miguel Hernández para decorar la calle que lleva su mismo nombre. La idea cogió fuerza y, al año siguiente, se pidió a los propios vecinos que mandaran sus frases favoritas. En 2016, incluso, se abrieron las fronteras y se pidió de manera internacional que todo el que quisiera podría hacer llegar sus poemas al municipio.
A día de hoy, más de 40 frases decoran las paredes del pueblo que, como cuenta la alcaldesa, se encuentran muy bien conservadas gracias a la supervisión del Ayuntamiento, que vela para que no sufran ningún acto vandálico. «Aunque parezca increíble, nadie se ha metido con las pinturas. Y ni el frío, la lluvia o el calor ha podido con ellas», señala Barbero, cuyo equipo gestiona también las peticiones de los que quieren plasmar una frase.
Esta iniciativa también ha conquistado a los comercios del pueblo, que han adaptado las fachadas de sus negocios para dar cabida a la poesía. Curioso es el caso del Mesón de Doña Filo, que muestra en su fachada principal el dicho «Hoy comamos y bebamos, y cantemos y holguemos, que mañana ayunaremos». O el de la peluquería del municipio, donde se puede leer la famosa frase «Pelillos a la mar». O el de la carnicería, que recibe a sus usuarios con el refrán «Somos carne y besos».
Y es que para los colmenareños este movimiento se ha convertido en toda una seña de identidad de su municipio, de la que presumen orgullosos allá donde van. Tal es la repercusión que ha adquirido que, según aseguran desde la Comunidad de Madrid, son muchas las personas que cada fin de semana se acercan para fotografiarse o interesarse un poco más por su particular poesía. Y no sólo procedentes de la región o del país.
Hasta de Reunión, una isla situada en el océano Índico occidental, al este de Madagascar, llegaron hasta sus calles un grupo de estudiantes atraídos por la historia que habían leído en un periódico. Lo mismo le ocurrió a un fotógrafo argentino que en uno de sus viajes recaló en el municipio y no pudo evitar enamorarse de él. Cuenta la alcaldesa que incluso en una exposición que organizó en su país este fotógrafo les dedicó espacio a sus muros pintados.
Conservar este bonito legado es casi una obligación. Por eso, el Gobierno de la Comunidad de Madrid, a través del Programa de Inversión Regional 2022/26 -dotado de 3 millones de euros- incluye una partida para que este pequeño pueblo siga dando luz a la poesía.
Por V. G.