El bum de la poesía joven que llegó a llenar pabellones pierde su efervescencia

Fuente: https://elpais.com/cultura/2023-01-24/el-bum-de-la-poesia-joven-que-llego-a-llenar-pabellones-pierde-su-efervescencia.html El auge originado en las redes sociales sacudió la escena literaria a mitad de la década pasada, vendiendo decenas de miles de libros y generando una virulenta polémica sobre su calidad. Pasado el tiempo, las ventas no son las que eran, pero el género se ha asentado. ¿De dónde habían salido aquellos poetas? A mediados de la década pasada un grupo de autores acaparó la atención de muchos jóvenes (y no tan jóvenes) con sus versos pixelados; amontonó likes y followers como cordilleras, consiguió saltar de las redes a las ediciones en papel y triunfar en el sector despachando decenas de miles de ejemplares, algo inaudito en un género tradicionalmente minoritario, casi secreto. Llenaban teatros, y hasta pabellones, lo nunca visto: Elvira Sastre y Andrés Suárez completaron las 15.000 localidades del WiZink Center de Madrid en noviembre de 2019. Marwan también ha llenado ese tipo de recintos. Fundaron un subgénero, que se llamó de varias maneras: poesía de internet, poesía de Instagram (o Twitter), poesía pop tardoadolescente (según el analista poético Martín Rodríguez-Gaona) o popesía (como más recientemente ha propuesto el poeta Carlos Salem). Las coloridas portadas de estos poetas neonatos, con tipografía informal e imagen entre pop y naíf, ocuparon los mejores puestos en los anaqueles, coparon las listas de ventas poéticas y el corazón de una generación. En una primera hornada fueron Marwan, Elvira Sastre, Diego Ojeda, Loreto Sesma, Irene X... y a partir de ahí se activó una maquinaria que no dejó de producir nuevos nombres, a los que se unieron músicos, cantautores, raperos, influencers y hasta políticos (como Borja Sémper, que se retiró de la política activa, pero que acaba de ser nombrado portavoz de campaña del Partido Popular). “Aquel primer grupo llegó cuando no había nada, como pioneros en el Lejano Oeste: el que llegaba primero se llevaba el oro”, dice Rodríguez-Gaona, “Las nuevas generaciones ya no lo ven como algo tan novedoso, sino como algo que siempre estuvo ahí”. Otros nombres asociados al movimiento podrían ser Rayden, Luis Ramiro, César Poetry, Defreds, Miguel Gane, Victoria Ash, Irene G Punto, Redry y un largo etcétera. El tiempo destructor ha pasado. ¿Continúa la burbuja? El descenso general de ventas en España parece evidente, ya se verá si a causa de la sobreproducción, por la saturación de propuestas clónicas, o por fatiga de los lectores. Una mala noticia para quienes solo pensaban en vender”, escribe Salem en su libro Popesía (Muddy Waters Books). Ese descenso de ventas tampoco significa la caída en la insignificancia del género, sino, por el momento, la estabilización del negocio, el racional enfriamiento de aquella fiebre. “Si algo caracteriza a los bums, es que suceden en un periodo de tiempo que no suele ser muy extenso”, dice Nuria Utrero, responsable de comunicación de MueveTuLengua, una de las editoriales más vinculada al movimiento. “Ahora el panorama está mucho más tranquilo. Algo que era previsible y que tiene varios precedentes en el tiempo”. Una historia atravesada por la polémica El estallido y establecimiento de la poesía de internet no ocurrió sin polémica: corrió la sangre (metafórica). Los poetas de internet se saltaron a la torera (y sin darse cuenta) los cauces habituales del mundo literario: los suplementos literarios, los críticos, las editoriales afianzadas. Desde las redes asaltaron la Ciudad Letrada, según la afortunada expresión de Rodríguez-Gaona, que próximamente continuará su análisis en Contra los influencers, premio Ciutat de València, publicado por Pre-Textos. A los poetas que ya estaban allí (llamémosles literarios) no les hizo demasiada gracia. A la poesía de internet se le criticó su adanismo: escribían como si nadie hubiera escrito antes. Muchos de ellos reconocieron no tener lecturas, y otros rechazaron el apelativo de poeta, probablemente para evitar polémicas. También se les criticó una sencillez que rayaba en la simpleza, se dijo que hacían “poesía de carpeta”, en referencia a los versos que escriben en sus carpetas los bachilleres. Y el sentimentalismo exacerbado: más que preocuparse por la forma y las complejidades poéticas, parecían proyectar sentimientos sin filtros. Se denunció que medios e instituciones les tomaran como representantes de la Poesía (con mayúsculas). En mayo de 2020, apogeo de la pandemia, los Reyes de España mantuvieron una reunión virtual con representantes de la poesía joven: los elegidos fueron algunos de los adscritos a esta corriente, como Marwan, Defreds o Elvira Sastre, lo que levantó no pocas ampollas. Se criticó que no se invitara, por ejemplo, a los últimos ganadores del Premio Nacional de Poesía Joven Miguel Hernández, considerados de la corriente literaria y suficientemente legitimados. “Creo que, en general, parte del problema radicó en que se metió a esta poesía en el mismo saco que la poesía literaria, cuando era otra cosa”, opina Martínez-Gaona, “es una aberración que en las listas de más vendidos figure, por ejemplo, Antonio Gamoneda junto con otros nueve poetas de internet”. Loreto Sesma llegó a ganar el reputado premio Ciudad de Melilla, uno de los más importantes del panorama, que publica Visor, en cuyo palmarés figuran grandes nombres, como Luis Rosales, Pablo García Baena o Gioconda Belli. Pero toda crítica fue en balde: el fenómeno comercial continuó. La poesía, siempre tan underground, había generado su propia corriente mainstream, de carácter más comercial, ligero y asequible a todos los públicos. También se argumentó que el contacto con los poetas de internet podía llevar a los jóvenes lectores a explorar otras complejidades del género y su historia, aunque esta cuestión siempre fue controvertida. En proceso de estabilización Además de las editoriales independientes, algunos sellos de grupos grandes, creados para la ocasión, también se acercaron al fenómeno, como es el caso de Espasa es Poesía, de Planeta. “La editorial fue creada en 2015 para dar cabida a esas voces nuevas e impulsar el género, con ediciones en rústica y orientada a los jóvenes lectores”, explica la editora Viviana Paletta. “Muchos jóvenes escritores vieron cumplido el sueño de ver su obra volcada en libro, el soporte tradicional y de referencia para formar parte del universo literario. El sueño de cualquier poeta”, añade. Espasa es Poesía también creó un premio, dotado de 20.000 euros, que en las últimas ediciones ya ha virado a la poesía literaria, como es el caso del poemario Deseo de ser árbol, de Ángelo Néstore. La diversificación estilística parece ser otra de las estrategias de las editoriales para enfrentar el cambio de rumbo del mercado. “En este momento, el fenómeno, que abrió vías de comunicación y acceso inimaginables para el ámbito poético, ha tendido a asentarse y los éxitos de ventas son puntuales, como en cualquier otro género”, agrega Paletta. La cantera, es decir, internet, continúa funcionando. “Seguimos apostando por autores nuevos constantemente”, dice Utrera, “aunque ahora es difícil adquirir la relevancia que en su momento lograron ciertos autores de las primeras hornadas, pero nuestra sensación es que la gente cada vez se anima más a escribir, a compartir sus textos, y creemos que es en parte por los precedentes de estos autores consolidados, lo que nos hace especial ilusión”. Se ha generado un hueco en el mercado que las editoriales luchan por mantener. El futuro plantea, como siempre, numerosas preguntas. “¿Hablaremos dentro de unos años de una nueva generación de escritores que tardaron en ser comprendidos por sus mayores? ¿O todo habrá quedado en un recreo, breve y ruidoso, en el que dejaron creer a los niños que podían jugar en libertad y que el patio les pertenecía? Lo ignoro. Solo espero que no queden muchos juguetes rotos”, concluye Salem. SERGIO C. FANJUL