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Ediciones Vitruvio reedita 'El único umbral', poemario con el que el poeta y crítico de ABC ganó el premio Adonáis en 1991.
Diego Doncel es un poeta tremendamente humano. Un ojo poético de esos que ya no quedan, de los que escriben la literatura de su tiempo. En el año 1991, un joven Doncel irrumpió en el panorama poético con 'El único umbral' (Rialp, 1991). Tal y como confiesa el autor, con dicho poemario «quiso llamar la atención sobre un tipo de poesía que reivindicaba una dimensión espiritual». La poesía española estaba falta de esa dimensión, una perspectiva donde confluyen dos elementos importantes para el poeta: la unión de sentimiento y pensamiento. Es decir, la poesía meditativa.
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«Yo sigo creyendo, no sólo a nivel literario, que este tipo de impulso espiritual y poesía meditativa han sido centrales en la poesía de mi generación», confiesa el poeta y crítico de ABC. Si bien es verdad que su generación estuvo marcada por dos extremos, la poesía de la experiencia y la del silencio, los autores más valiosos de uno y otro signo terminarían confluyendo en la conocida como «poesía de la meditación». Este poemario de Doncel que Ediciones Vitruvio recupera 34 años después nos revela una travesía espiritual que el crítico Álvaro Valverde tildó como «la perpetua interrogación».
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La escritora era una de las voces más singulares de la poesía española de los últimos cincuenta años y su obra comenzó a ser reivindicada en el siglo XXI tras ganar del Premio Nacional de Poesía en 2003
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En el poemario, tal como sucedía con Cernuda, el pensamiento se abre y se produce una simbiosis, donde interviene la meditación sobre la experiencia. Un rasgo muy característico en las obras de Doncel. «La poesía que a mí me interesa es la que pone encima de la mesa una experiencia, pero realiza una reflexión, un pensamiento sobre esa experiencia. La poesía de la meditación es la gran poesía», afirma tres décadas después de haber publicado el poemario.
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Lo meditativo a lo largo del libro se nota a través de figuras como ángeles, demonios e incluso referencias constantes a la luz. El poeta define la obra como «un ajuste de cuentas con nuestro propio destino y la muerte tratando de buscar un tipo de consolación ante el final de la vida», pero también aclara que es un «ajuste de cuentas con el tiempo, el hombre y el amor». En cada verso está presente la naturaleza (los árboles, los pájaros), la representación de lo visible e invisible o la profundidad de la tierra en 'Sub especie mortis' cargada de un simbolismo fronterizo entre vida y muerte constante. Y es que el autor quiso «reivindicar un sentido religioso y plantear la unión con la naturaleza», acudiendo a un léxico adecuado a las circunstancias.
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El umbral desde dentro
Para la construcción de 'El único umbral', uno de los aspectos que mejor recuerda Doncel es «haber vivido el libro». Lo empezó en 1986 y relata que fueron cruciales los veranos que pasaba en Montánchez, su pueblo. «En la casa donde vivía había un cuarto alejado en lo alto de la sierra y me encerré completamente allí. Evidentemente salía, pero me encerré a escribir y sirvió para darme cuenta de la inclinación que tenía para mi poesía». Pasó recluido unos cuatro veranos con el fin de «propiciar un sentido de escritura en la máxima soledad» y reivindicar que «el poeta no hace una función social y no es un profeta».
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A lo largo de sus encierros veraniegos estuvo acompañado de grandes lecturas como 'Un tiempo para callar', de Patrick Leigh Fermor, donde se habla de un viaje por una serie de monasterios franceses. «Leyendo este libro uno se da cuenta hasta qué punto necesitamos traer a nuestro tiempo esa dimensión de lo espiritual y del alma que busca un tipo de paz», subraya Doncel. A Fermor se unieron nombres como el poeta checo Vladimír Holan (que se recluyó en la isla de Kampa), 'La Biblia' o grandes de la poesía española como Claudio Rodríguez, este último era «lo más cercano que encontraba a aquello que aspiraba». Recuerda también a dos brújulas poéticas que le aconsejaron: Cristóbal Serra y Blai Bonet.
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«En mi generación había una falta de poesía fuerte que aspirara a escribir o tener la ambición de un gran poema»
«En mi generación había una falta de poesía fuerte que aspirara a escribir o tener la ambición de un gran poema»
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Diego Doncel
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Poeta y crítico
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Diego Doncel echa la vista atrás, a ese 1986 donde en su generación «había una falta de poesía fuerte, una poesía que aspirara a escribir o tener la ambición de un gran poema». Él trató de atar su tiempo a una nueva dimensión. Hoy en día, con una carrera poética espléndida y prestigiosos galardones a sus espaldas, confiesa que reivindica la presencia del poeta en la sociedad, pero siempre y cuando haya una reflexión previa sobre lo que se habla.
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Desde su figura de crítico y olfato poético expresa que «necesitamos una ruptura con los epigonismos del siglo XX», ya que el poeta necesita «ostentar su figura en la búsqueda de un modo de decir del siglo XXI y no ampararse en movimientos epigonales». Para el autor lo más importante sería buscar cuáles queremos que sean «las señas de identidad de la poesía del siglo XXI».
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Por WILLIAM GONZÁLEZ GUEVARA