XXXVI CERTAMEN DE POESÍA "BLAS INFANTE"

Del sol y la tragedia

Fuente: http://www.elespectador.com/opinion/del-sol-y-tragedia

Si los días son lluviosos, se percibe la frescura vegetal (para bromistas es otra cosa ). Pero cuando el sol sale a tomarse el campo, especialmente si lo hace a las once de la mañana, no hay nada que dé más aliento de vida, a cualquier edad a la que hayamos llegado.

La realidad del mundo, la crudeza del vivir asesinan la poesía. Por lo general los humoristas, así a algunos nos guste, nos burlamos de ella por el desencanto mismo de la vida. Pero no es solo por eso. La muerte de la poesía no es gratuita: miremos no más en el entorno la crueldad de los elementos: el agua, la hermosa linfa de los poetas, convertida en lodazal, que arrasa inmisericordemente con niños y personas adultas, con las casas humildes, los enseres y los escasos bienes, como acaba de ocurrir en la población de Salgar, Antioquia. Era el campo precioso, eran los cafetales, fuente del mejor aroma colombiano, era la montaña antioqueña de ensoñación y canciones. Eran, por sobre todo, vidas humanas. Amaneció la tragedia.

Las tristezas del campo obligan a buscar refugio en las ciudades, en las llamadas "selvas de cemento", a los desplazados, a los sobrevivientes de la violencia que ha irrumpido tantas veces y de manera súbita como la borrasca de Salgar. Victimizados por la refriega política, que violó por años la paz aldeana, esa de recodos y parajes con sauces llorosos y madreselvas en flor (abónese esto también a canción y a poesía). Los dos partidos políticos tradicionales, que hoy no están disueltos sino repartidos bajo otros nombres, son por igual responsables de ese dolor y del éxodo campesino. Esa violencia partidista ya sabemos en qué la convirtió el socialismo insurgente o francamente comunista, que lucha a la par por reivindicaciones sociales pero sobre todo por apoderarse del poder absoluto, como lo estamos viendo en la vecindad.

Un resto de vida campestre queda, de relativa tranquilidad, cercana a los centros urbanos, en poblaciones anexas, aunque al mismo tiempo inficionadas por el urbanismo. Uno de cuyos peores males es la congestión vehicular creciente y al parecer insoluble. Todo el que pudo en la clase media, que es casi el país –media baja, media alta y media – adquirió el sueño de su vehículo para un espacio que ya no permite disfrutarlo o simplemente servirse de él.

De otra parte, el encanto del verde, con que inicié esta nota, aún podemos tenerlo sin perder la comunicación o la información, gracias a la tecnología, que, entre otras cosas, el elogiado ministro TIC, Diego Molano (uno de los dos), se esforzó por llevar a la población rural, al parecer con éxito. Gracias, buen ministro, igual viento y buena mar.
Por: Lorenzo Madrigal