La poeta acaba de publicar el libro 'La mujer de enfrente', un poemario sobre la vida cotidiana que revisiona el rol moderno de las diosas.
Carmen Camacho (Alcaudete, Jaén, 1976) es una de las poetas más destacadas del panorama actual gracias a libros como 'Deslengua' (2020). Además, es una reconocida aforista ('Zona franca') y ha colaborado con grandes del flamenco como Rocío Márquez y Bronquio, a quienes les escribió letras para su disco 'Tercer cielo'. Recientemente acaba de publicar 'La mujer de enfrente' (Maclein y Parker), un poemario donde lo cotidiano y lo mitológico se encuentran en el universo de la mujer.
—¿Cómo definiría 'La mujer de enfrente'?
—Se trata de un libro que va desde lo concreto, anecdótico y puntual hasta lo místico y mítico. El punto de partida es la visión desde un patio de luces. Yo cuento la visión de unas mujeres que tienden la ropa y a partir de ahí cuentan sus vidas. Ellas van contando sus rituales. También están hablando sobre mí. En eso que veo tendido hay un estado de ánimo. Es un viaje a lo más profundo de mí. La poesía, si no trasciende, poca poesía es. Debe tener densidad lingüística y amplitud de sentidos. Cuanto más denso es el lenguaje, más amplitud de sentido tiene.
—Es un poemario muy especial porque incluye obra plástica de Pepe Benavent. ¿Cómo surgió esa colaboración?
—Me interesaba que ese punto de partida anecdótico fuera un ejercicio de mirada poética. Mirar hacia afuera. A partir de ese extrañamiento, entrañarlo. Vi interesante que la obra plástica aportara otro punto de partida. Me gusta mucho enredar con otros artistas y disciplinas. Hace poco enredé con Rocío Márquez y Bronquio. He sido asesora y he comisariado encuentros de poesía y arte contemporáneo. Como decía Luis Rosales, «lo vivo es lo junto». Es un ejercicio que parte de la mirada poética. Para eso necesitas editoriales que apuesten por libros de poesía no convencionales. Este libro va a cuatricromías. Eso hace más complicado el proceso editorial. Para mí es un lujo contar con editoriales que hagan una mixtura entre poesía y arte. Maclein y Parker ha apostado por este libro. He publicado cada libro mío con una editorial. Me interesa que el editor se implique en la edición. También estoy en la colección Vandalia, en Libros de la Herida, etc. Apuesto por ese tipo de editoriales.
—En el libro hay citas de grandes mujeres escritoras como Virginia Woolf, María Zambrano y Juana Castro.
—Más bien las citas me han elegido a mí. La de Juana Castro habla de un volver a resignificar a los mitos, a las diosas. María Zambrano es una autora imprescindible sin la cual no podría haber atravesado muchos procesos creativos y vitales. Virginia Woolf habla sobre esas diosas que habitan dentro de las mujeres. Tanto Juana Castro, María Zambrano o Virginia Woolf resignifican lo que son las diosas. Virginia Woolf habla sobre aquella poeta que jamás escribió una sola línea, pero está aquí. 'La mujer de enfrente' habla sobre aquellas mujeres que se han dedicado a trabajos reproductivos, a cuidar la casa. La colada es un acto contemplativo. Esa poeta que habita en cada una puede estar en quien tiende la ropa, porque tender puede ser un acto creativo. La colada es para mí un momento lleno de primor donde cuido todo lo que coloco. Ese acto es una forma de transformar el mundo.
—En el poemario se reinterpretan mitos como el de Penélope.
—Sí. No se hace sólo desde una mirada de embellecer ese mito. En ese texto, Penélope hace y deshace todos los días su tapiz porque tiene miedo. El empoderamiento a veces está manipulado o se manosea su sentido. El punto de empoderamiento del libro tiene que ver con la ternura y el reconocimiento de lo que hemos perdido y de lo que nos hace contar. Ya está bien de contar los mitos desde los héroes. ¿Por qué no contar los mitos desde la niña o la mujer?
—También están presentes temas como el de la identidad y el género.
—Efectivamente, pero sin querer ser esencialista. No son elementos constitutivos de la mujer. Es un llamamiento que tiene que ver más con lo femenino profundo. Nos hemos acostumbrado a unos arquetipos y una diosa es una mujer con muchas curvas y labios turgentes. El poemario es un volver al yo femenino sin imposturas ni recreaciones. Sin esencialismo. es pensar en un yo profundo femenino que me va contando cosas. Trato de aproximarme al misterio del yo profundo femenino, pero no desde el punto de vista intelectual, sino esencial. Ese yo profundo femenino ha sido muy vulnerado. Hemos tenido que ajustarnos a lo que socialmente se nos ha pedido. Yo veo a la diosa como a una mujer que va con el carro de la compra a averiguar la vida de su casa.
—¿Cómo fue la experiencia de escribir letras para grandes cantaores como Rocío Márquez y Bronquio?
—Mi gusto por revolver está muy candente. Ha sido una experiencia muy hermosa. Normalmente se va de la amistad a lo creativo, pero en nuestro caso fue al revés. Juan Diego Martín Cabeza nos puso en contacto. De esa experiencia creativa ha surgido un vínculo y una gran amistad con Rocío Márquez. A mí no me vale desvincular el arte de la vida. Mi trabajo es poético y el de Rocío tienen que ver con la exploración de las vivencias. Estamos creciendo como artistas y personas. Tengo que trabajar a partir de una creación. Ha sido un trabajo con una facilidad pasmosa. Bronquio y Rocío han tenido mucha apertura. El movimiento fue en todas direcciones. De pronto había temas casi cerrados y yo escribía la letra a posteriori. En otros temas habían cogido referencias de Unamuno y otros autores y yo trataba de identificar el contenido de esas letras y darle una unificación. Ha sido buscar una unidad de sentido. 'Tercer cielo' es el disco que plasmó ese trabajo. Salió en 2022. Estuvo reconocido como uno de los mejores discos. Rocío y yo seguimos explorando, aunque de momento sin buscar unos resultados concretos. Cualquier artista que tenga un compromiso personal con su arte tiene muchas condiciones para seguir colaborando con otro artista. Con pintores, músicos, etc.
«Mi trabajo es poético y el de Rocío Márquez explora las vivencias. Estamos creciendo como artistas y personas»
—¿Qué tiene de atractivo el género del aforismo?
—Tiene mucho de atractivo. Me interesan más los que pretenden alumbrar que los que pretenden deslumbrar a través de la inteligencia, es decir, los aforismos que pretenden alumbrar a partir del corte poético. Yo digo que son poemas en un solo verso. No es prosa como dice otra gente. Son areolitos, como decía Carlos Edmundo de Ory, que vienen del silencio y de lo oscuro y prende la llamarada. Caí rendida ante esa forma de decir. Los aforismos vienen del cielo. Para que vuelen tienen que pesar. En Vandalia publiqué una antología sobre el aforismo -'Fuegos de palabras'- que ha tenido mucho reconocimiento. Fue un riesgo porque todo el mundo ha querido definir el aforismo. Las greguerías, los aerolitos y otros fuegos de palabras estaban en ese libro. Ese libro ha tenido una gran acogida y reconocimiento.
—También está presente en este libro un recuerdo a Juan Antonio Bermúdez.
—A los dos nos unía una larga amistad. Formábamos parte del colectivo la Palabra Itinerante. Ha sido un maestro de vida. Compartí con él tiempos y lugares. Después de irse me ha enseñado muchas cosas. Juan Antonio es para mí un referente absoluto de la bonhomía, del valor, de la poesía y del arte. Tenía una entereza ética que era callada. No hacía gestos ni alardes. Era un disfrutón de categoría. Me dejó una mirada muy fuerte. Durante el funeral estaba todo el tiempo en diálogo con él sabiendo lo que me iba a contar en cada momento del funeral. Poca gente tan excepcional como él.
Por ANDRÉS GONZÁLEZ-BARBA