Fuente: https://www.diariodesevilla.es/ocio/antonio-rivero-taravillo-escritor-total_0_2003371641.html
La Biblioteca Infanta Elena acoge un homenaje al poeta, biógrafo y traductor, entre muchas facetas, que publicará pronto una semblanza de Álvaro Cunqueiro
“Todos los poemas son testimoniales. Pero no de las vivencias de su autor, sino de su destreza con las palabras”, escribía Antonio Rivero Taravillo en La orfandad de Orfeo (Apeadero de Aforistas, Thémata Editorial), un libro que hermanaba en sus capítulos la literatura y la vida y en los que su autor demostraba, una vez más, esa honestidad impregnada de entusiasmo con la que ha concebido siempre su oficio. “Ya me disculparán, pero entre alimentar una polémica y replicar a comentaristas y espontáneos, naturalmente elijo seguir leyendo, traduciendo y, de ser posible, escribiendo poesía”, anotaba en esas páginas, donde defendía una lírica clara y luminosa, “transparente, sí. Pero que dé en ella el sol y deslumbre”.
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Porque dentro de esa producción literaria que abarca décadas, que arrancó a finales de los 80 con el poemario Bajo otra luz y que continuará próximamente con una semblanza de Álvaro Cunqueiro, el poeta, narrador, biógrafo y traductor (nacido en Melilla en 1963 aunque afincado en Sevilla) siempre se ha sentido “animado por la poesía que es mi norte”, contaba ayer Rivero Taravillo en un texto que leyó Ana Isabel Alvea y que abrió en la Biblioteca Infanta Elena Antonio Rivero Taravillo, escritor total, un homenaje que le dedicaban compañeros de las letras y amigos.
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Esa obra “en la que me he dejado la vida, que me ha dado la vida”, empezó siendo él un muchacho con “una imitación de Juan Ramón Jiménez” y encontró en la traducción de Shakespeare la mejor escuela, “un reto del que salió mi capacidad técnica fortalecida”. Preámbulos de una entrega apasionada en la que Rivero Taravillo ha dado forma a más de 60 libros, muchos de ellos inéditos, una trayectoria en la que la poesía ha sido “eje de mi escritura y prólogo a otros géneros”.
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En el acto, que forma parte del ciclo Las humanidades en el siglo XXI, el escritor, traductor y editor José Luis Trullo calificó al homenajeado como “un ejemplo” para los autores, “una persona con muchos talentos” que “ama lo que hace”, con la humildad de compararse con la silueta modesta de un ciempiés y cuya “dimensión moral es muy importante en los tiempos que corren, donde hay tanto advenedizo”.
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Lamillar definió como “casi una obra social” su labor en librerías, revistas y ferias del libro
La generosidad de Rivero Taravillo con la cultura sevillana quedó de manifiesto con el testimonio de Juan Lamillar, que describió como “obra social, entre comillas” su labor como “asesor de la Feria del Libro, librero, editor, director de varias revistas y de talleres literarios, traductor de bibliografía amplísima y diversa”. Fran G. Matute, que coincidiría más adelante y forjaría una amistad con el autor en las filas del blog Estado Crítico, recuerda admirar a Rivero Taravillo cuando era estudiante universitario y acudía a las celebraciones del Bloomsday que organizaba. “Ya era alguien importante dentro de la ciudad de Sevilla, alguien que movilizaba masas, que tenía un mundo propio”, rememora el autor de Esta vez venimos a golpear, que aprendió “muchísimo de todos los poetas que recomendaba en Estado Crítico”.
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Francisco Barrionuevo conoció a Rivero Taravillo en un taller literario, y desde entonces ha observado su carrera desde la cercanía de la amistad. El arquitecto y poeta aludió a un poema del fundacional Bajo otra luz, “un libro dedicado a la temática amorosa”, para explicar la emotividad con que el creador se vuelva en la escritura. “Cuando le dice a la amada Quiero entrar en el claustro callado de tu vientre veo un doble significado: bien podría estar hablando de la poesía”, argumenta Barrionuevo, que también analizó la riqueza de las traducciones de su amigo. “Marguerite Yourcenar dijo una vez que traducir es imposible, que sólo es posible si haces otro poema. En el fondo, las traducciones que ha hecho Antonio, de alguna manera, son también obra propia”.
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“La poesía es fondo pero sobre todo es forma, música, y eso lo ha cuidado Antonio desde el principio”, opinó por su parte Lamillar. “En sus primeros libros ya se advierte ese gusto por las formas, pero con el tiempo ha habido una evolución: sus versos han ido virando hacia una intimidad y un mundo más reflexivo”. En la conversación, a la que se sumaron los vídeos de los editores Diego Moreno, de Nórdica, y Javier Castro, de Newcastle, asomó en varias ocasiones la ambiciosa biografía que Rivero Taravillo escribió de Luis Cernuda, el proyecto con el que “se profesionalizó”, recuerda el escritor, y cuyo primer tomo mereció el Premio Comillas. Con aquella investigación exhaustiva por los paisajes en los que vivió el sevillano, en el fondo una conmovida carta de amor a su poesía, Rivero Taravillo rebatía esa amarga queja que el autor de La realidad y el deseo dedicaba a sus paisanos: “No me queréis, lo sé, y que os molesta / cuanto escribo”.
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Por Braulio Ortiz