Fuente: http://www.elmundo.es/andalucia/2015/03/03/54f5a669e2704ed0548b45ad.html
Dejó dicho Pablo Picasso que "la pintura es poesía" porque "siempre se escribe en verso con rimas plásticas". Y para Leonardo Da Vinci, "de la poesía a la pintura va la misma distancia que de la imaginación al acto". Con estas citas y otras similares rondando junto a ellas, resuena una pregunta con fuerza: ¿Poesía pintada o pintura escrita?
Es, al menos, la cuestión que atraviesa la última entrega de la revista 'Litoral', titulada 'Museum. La pintura escrita' y que se presenta este 6 de marzo dentro de la programación del Instituto Municipal del Libro de Málaga.
El abrazo entre arte y literatura que toma el pulso habitualmente a sus páginas alcanza su máxima expresión en el reciente regreso de la publicación fundada por los poetas malagueños de la Generación del 27.
En esta ocasión, el maridaje entre la poesía y la disciplina que aborda el número es absoluto. Si se despliegan las cubiertas de la revista, se entra en un museo.Se atraviesan una serie de compartimentos ordenados por números, se recorren salas dedicadas a cada una de las épocas más jugosas de la historia del arte. Y, además, cada cuadro se enfrenta a un texto literario que lo complementa con precisión artística.
Por ejemplo, el David-Apolo de Miguel Ángel se deja ilustrar por un poema de Cernuda: «Desnudo, en una pausa; Por la selva remota, Traspuesto el tiempo». El amor sacro y el amor profano de Tiziano abraza la prosa de Cortázar. Joan Perucho asume un trance picassiano. La Venus de Milo arranca versos a Gabriel Celaya, Nicanor Parra y Mario Benedetti. Las meninas de Velázquez se tornan juanramonianas. Rafael Alberti cincela con palabras las revoluciones de Delacroix. Vicente Aleixandre bebe en La fuente de Ingres. Octavio Paz seduce a La Dulcinea de Duchamp. Y La maja desnuda de Goya se echa de pretendiente una greguería de Ramón Gómez de la Serna: «La maja desnuda, de Goya, es una almeja abierta».
Portada del número.
Además, tales mano a mano entre arte y pintura alcanzan su grado más contundente en esos autorretratos que desnudan al creador pues aquellos poetas que dibujaban se reúnen en torno a textos y obras de arte que comparten firma e inquieto trasvase de manifestaciones. Baudelaire, Breton,Cocteau, García Lorca, Ángel González y José Hierro son algunos de los inquilinos de rincones de papel que abrazan sus letras a aquellas ilustraciones a las que se enfrentaron como si se estuvieran mirando a un feroz espejo.
A tal itinerario se asoman igualmente las veleidades literarias de artistas ilustres, a través de textos del propio Picasso, Edgar Degas, Paul Klee, Miguel Ángel, Ramón Gaya, William Blake o Henri Rousseau.
Y explotan suculentos testimonios del 'amor' cruzado entre ambas disciplinas y de la alargada sombra de las musas de fuego. De ahí la presencia de las Elegías a Gala de Salvador Dalí, o el aforismo mordaz con el que Dora Maar glosa a Picasso: «Después de Picasso, solo dios, ¿Pero antes de él, qué?».
En definitiva, es una travesía de casi 300 páginas que se alimenta «de la complicidad que existe entre la poesía y la pintura, del secreto que las hace inseparables», según el director de Litoral, Lorenzo Saval, artífice de esta entrega junto a Antonio Lafarque.
Ahora bien, «la relación entre pintores y escritores no siempre ha sido fluida, basta citar el caso famoso -y de amargo final- de Charles Dickens y Robert Seymour», según advierte Andrés Catalán en su artículo 'A la sombra de una mano. Pintores que escriben, poetas que pintan', uno de los grandes estudios que aparecen, además de los firmados por Francisco Calvo Serraller, Juan Antonio González Iglesias o Antonio Jiménez Millán.
CRISTÓBAL G. MONTILLA