Monográficos José Martí
JOSÉ MARTÍ (1853-1895)
José Julián Martí Pérez nació en La Habana, el 28 de enero de 1853, de padres
españoles. De niño, estudia en el colegio San Anacleto, donde conoce a Fermín Valdés
Domínguez, y en la Escuela Municipal de Varones de La Habana, dirigida por Rafael
María Mendive.
Poco después del Grito de Yara, Martí comienza a publicar escritos alusivos a la lucha
de los cubanos por su independencia. El 4 de marzo de 1870 es condenado por un
Consejo de Guerra a seis años de prisión. Es llevado a realizar trabajos forzados en las
canteras de La Habana. Por gestión de su padre es indultado y trasladado
a Isla de Pinos. Se le conmuta la pena por el destierro. El 15 de enero de 1871 parte con
rumbo a Cádiz.
En Madrid publica su denuncia "El presidio político en Cuba". Gestiona su matrícula
en la Universidad de Madrid. En mayo de 1873 se traslada a la Universidad de Zaragoza
y cursa el bachillerato paralelamente con sus estudios universitarios. El 27 de junio de
1874 recibe el título de bachiller.
El 24 de octubre se gradúa de Licenciado en Filosofía y Letras. Sale de España y visita
otras ciudades de Europa. Llega a Inglaterra en enero de 1875 y parte con rumbo a
México. El 8 de febrero desembarca en Veracruz y continúa su viaje hacia la capital del
país. Conoce a Manuel Mercado, amigo de su padre. Publica en la Revista Universal y
en El Federalista.
Parte de Veracruz con rumbo a La Habana a donde llega el 6 de enero de 1877. Regresa
a México y viaja a Guatemala en marzo. En mayo conoce a María García Granados, "La
niña de Guatemala". Es nombrado catedrático de la Escuela Normal Central de
Guatemala. Se casa en México el 20 de diciembre con la camagüeyana Carmen Zayas
Bazán.
Aprovechando la amnistía otorgada tras el pacto del Zanjón, viaja a La Habana el 27 de
julio de 1878. El 22 de noviembre nace su hijo, José Francisco. Escribe a Máximo
Gómez solicitándole datos para un libro. Trabaja de abogado y obtiene permiso para
impartir clases. Es detenido el 17 de septiembre de 1879 y sale deportado hacia España
acusado de conspiración.
El 3 de enero de 1880 llega a Nueva York donde es nombrado vocal del Comité
Revolucionario Cubano de esa ciudad que preside Calixto García. Publica en The Hour
y The Sun.
Viaja a Venezuela en enero de 1881. Publica en La Opinión Nacional. Edita la Revista
Venezolana. Abandona el país el 28 de julio por problemas con el dictador de turno.
Regresa a Nueva York donde publica, a principios de 1882, "Ismaelillo". Colabora con
La Nación de Buenos Aires. Intercambia correspondencia con Máximo Gómez y
Antonio Maceo. Escribe varios de sus Versos libres, aunque no los publica.
En octubre de 1884 se entrevista con Maceo y Gómez. Poco después, escribe una carta a
Gómez en la que anuncia su separación de los planes insurreccionales por considerarlos
parciales y peligrosos para la conducción democrática y eficaz de la revolución.
Continúa publicando en La Nación y en El Partido Liberal de México
fundamentalmente. Escribe acerca de los sucesos de mayo en Chicago. El 16 de abril de
1887 es promovido a Cónsul del Uruguay en Nueva York. Recibe la visita de su madre,
Leonor Pérez.
De julio a octubre de 1889 edita los cuatro números de La Edad de Oro, revista mensual
dirigida a los niños de América Latina. Al final del año publica una serie de crónicas
acerca de la Conferencia Internacional Americana que se celebra en Washington.
El 24 de junio de 1890 es nombrado Cónsul de la Argentina; el 30, cónsul del Paraguay.
En diciembre es nombrado presidente de la Sociedad Literaria Hispanoamericana de
Nueva York.
El 10 de enero de 1891 aparece en La Revista Ilustrada de Nueva York, su artículo
Nuestra América. En marzo participa en el Congreso Monetario de Washington como
representante de Uruguay. En octubre renuncia a todos sus cargos para dedicarse de
lleno a la preparación de la guerra necesaria. Ese mismo mes publica sus "Versos sencillos" en Nueva York.
Durante 1892 prepara los estatutos del Partido Revolucionario Cubano y publica en
Patria. Viaja entre Nueva York, Tampa, Cayo Hueso y Filadelfia organizando a los
cubanos en el exilio. Viaja a Haití. El 11 de septiembre se entrevista con Máximo
Gómez en Montecristi, República Dominicana. Viaja a Jamaica y se visita a Mariana
Grajales y María Cabrales. Regresa a Nueva York.
Continúa con sus viajes en los primeros meses de 1893. El 3 de junio se entrevista
nuevamente con Gómez, a quien se nombra general en jefe. Viaja a Costa Rica y visita a
Antonio Maceo el 30 de junio. Maceo acepta participar en la insurrección. Regresa a
Nueva York y continúa los preparativos de la guerra durante el resto de 1893 y todo
1894.
El 29 de enero de 1895 firma, con Enrique Collado y José María Rodríguez, la orden de
alzamiento dirigida a Juan Gualberto Gómez. El 7 de febrero llega a Montecristi. El 25
de marzo firma con Gómez el Manifiesto de Montecristi, donde sienta las bases
programaticas de la revolución.
El 11 de abril de 1895 desembarca con Máximo Gómez y otros cuatro patriotas en
Playitas, provincia de Oriente. El 15 de abril recibe los grados de Mayor general del
Ejército Libertador. El 18 de mayo de 1895 escribe a Manuel Mercado una carta que es
considerada su testamento político.
Muere en combate en Dos Ríos, el 19 de mayo de 1895.
FUENTES:
www.patriagrande.net
www.josemarti.org
YO SOY UN HOMBRE SINCERO...
Yo soy un hombre sincero
de donde crece la palma,
y antes de morirme quiero
echar mis versos del alma.
Yo vengo de todas partes,
y hacia todas partes voy:
arte soy entre las artes,
en los montes, monte soy.
Yo sé los nombres extraños
de las yerbas y las flores,
y de mortales engaños,
y de sublimes dolores.
Yo he visto en la noche oscura
llover sobre mi cabeza
los rayos de lumbre pura
de la divina belleza.
Alas nacer vi en los hombros
de las mujeres hermosas:
y salir de los escombros,
volando las mariposas.
He visto vivir a un hombre
con el puñal al costado,
sin decir jamás el nombre
de aquella que lo ha matado.
Rápida, como un reflejo,
dos veces vi el alma, dos:
cuando murió el pobre viejo,
cuando ella me dijo adiós.
Temblé una vez, —en la reja,
a la entrada de la viña—
cuando la bárbara abeja
picó en la frente a mi niña.
Gocé una vez, de tal suerte
que gocé cual nunca: —cuando
la sentencia de mi muerte
leyó el alcaide llorando.
Oigo un suspiro, a través
de las tierras y la mar,
y no es un suspiro, —es
que mi hijo va a despertar.
Si dicen que del joyero
tome la joya mejor,
tomo a un amigo sincero
y pongo a un lado el amor.
Yo he visto al águila herida
volar al azul sereno,
y morir en su guarida
la víbora del veneno.
Yo sé bien que cuando el mundo
cede, lívido, al descanso,
sobre el silencio profundo
murmura el arroyo manso.
Yo he puesto la mano osada,
de horror y júbilo yerta,
sobre la estrella apagada
que cayó frente a mi puerta.
Oculto en mi pecho bravo
la pena que me lo hiere:
el hijo de un pueblo esclavo
vive por él, calla, y muere.
Todo es hermoso y constante,
todo es música y razón,
y todo, como el diamante,
antes que luz es carbón.
Yo sé que al necio se entierra
con gran lujo y con gran llanto,
y que no hay fruta en la tierra
como la del camposanto.
Callo, y entiendo, y me quito
la pompa del rimador:
cuelgo de un árbol marchito
mi muceta de doctor.
José Martí ( Cuba, 1853 - 1895)
Valle lozano
Dígame mi labriego
¿Cómo es que ha andado
en esta noche lóbrega
este hondo campo?
Dígame ¿de qué flores
untó el arado,
que la tierra olorosa
trasciende a nardos?
dígame ¿de qué ríos
regó ese prado,
que era un valle muy negro
y ora es lozano?
Otros, con dagas grandes
mi pecho araron:
pues ¿qué hierro es el tuyo
que no hace daño?
Y esto dije - y el niño
riendo me trajo
en sus dos manos blancas
un beso casto.
José Martí
EN TI PENSABA...
En ti pensaba yo, y en tus cabellos
que el mundo de la sombra envidiaría,
y puse un punto de mi vida en ellos
y quise yo soñar que tú eras mía.
Ando yo por la tierra con los ojos
alzados - ¡oh, mi afán! - a tanta altura,
que en ira altiva o míseros sonrojos
encendiólos la humana criatura.
Vivir: - Saber morir; así me aqueja
este infausto buscar, este bien fiero,
y todo el Ser en mi alma se refleja,
y buscando sin fe, de fe me muero.
José Martí ( Cuba, 1853 - 1895)
¿QUÉ IMPORTA QUE TU PUÑAL...?
¿Qué importa que tu puñal
se me clave en el riñón?
¡Tengo mis versos, que son
más fuertes que tu puñal!
¿Qué importa que este dolor
seque el mar, y nuble el cielo?
El verso, dulce consuelo,
nace alado del dolor.
José Martí
Musa traviesa
¿Mi musa? Es un diablillo
con alas de ángel.
¡Ah, musilla traviesa,
qué vuelo trae!
Yo suelo, caballero
en sueños graves,
cabalgar horas luengas
sobre los aires.
Me entro en nubes rosadas
bajo a hondos mares,
y en los senos eternos
hago viajes.
Allí asisto a la inmensa
boda inefable,
y en los talleres huelgo
de la luz madre;
¡Y con ella es la oscura
vida, radiante,
y a mis ojos los antros
¡son, nidos de ángeles!
Al viajero del cielo,
¿Qué el mundo frágil?
Pues ¿no saben los hombres
qué encargo traen?
¡Rasgarse el bravo pecho,
vaciar su sangre,
y andar, andar heridos,
muy largo el valle,
roto el cuerpo en harapos,
los pies en carne,
hasta dar sonriendo
—¡No en tierra!— exánimes!
Y entonces sus talleres
la luz les abre,
y ven lo que yo veo:
¿Qué el mundo frágil?
Seres hay de montaña,
seres de valle,
y seres de pantanos
y lodazales.
De mis sueños desciendo,
volando vanse,
y en papel amarillo
cuento el viaje.
Contándolo me inunda
un gozo grave;
y cual si el monte alegre,
queriendo holgarse,
al alba enamorando
con voces ágiles,
sus hilillos sonoros
desanudarse,
y salpicando riscos,
labrando esmaltes,
refrescando sedientas
cálidas cauces,
echáralos risueños
por falda y valle;
así al alba del alma
regocijándose,
mi espíritu encendido
me echa a raudales
por las mejillas secas
lágrimas suaves.
Me siento cual si en magno
templo oficiase;
cual si mi alma por mirra
vertiese al aire;
cual si en mi hombro surgieran
fuerzas de Atlante,
cual si el sol en mi seno
la luz fraguase;
y estallo, hiervo, vibro;
¡alas me nacen!
Suavemente la puerta
del cuarto se abre,
y éntranse a él gozosos
luz, risas, aire.
Al par da el sol en mi alma
¡por la puerta se ha entrado
y en los cristales:
mi diablo ángel!
¿Qué fue de aquellos sueños,
de mi viaje,
del papel amarillo,
de llanto suave?
Cual si de mariposas,
tras gran combate,
volaran alas de oro
por tierra y aire,
así vuelan las hojas
do cuento el trance.
Hala acá el travesuelo
mi paño árabe;
allá monta en el lomo
de su incunable;
un carcax con mis plumas
fabrica y átase;
un sílex persiguiendo
vuelca un estante,
y ¡allá ruedan por tierra
versillos frágiles,
brumosos pensadores,
lópeos galanes!
de águilas diminutas
puéblase el aire:
¡Son las ideas, que ascienden,
rotas sus cárceles!
Del muro arranca, y cíñese,
indio plumaje:
aquella que me dieron
de oro brillante,
pluma, a marcar nacida
frentes infames,
de su caja de seda
saca, y la blande;
del sol a los requiebros
brilla el plumaje,
que baña en áureas tintas
su audaz semblante.
De ambos lados el rubio
cabello al aire,
a mi súbito viénese
a que lo abrace.
De beso en beso escala
mi mesa frágil;
¡Oh, Jacob, mariposa,
Ismaelillo, ¡árabe!
¿Qué ha de haber que me guste
como mirarle
de entre polvo de libros
surgir radiante,
y, en vez de acero, verle
de pluma armarse,
y buscar en mis brazos
tregua al combate?
Venga, venga. Ismaelillo:
¡La mesa asalte,
y por los anchos pliegues
del paño árabe
en rota vergonzosa
mis libros lance,
y siéntese magnífico
sobre el desastre,
y muéstrese sonriendo,
roto el encaje,
—¡Qué encaje no se rompe
en el combate!—
Su cuello, en que la risa
gruesa onda hace!
¡Venga, y por cauce nuevo
mi vida lance,
y a mis manos la vieja
péñola arranque,
y del vaso manchado
la tinta vacié!
¡Vaso puro de nácar:
dame a que harte
esta sed de pureza
los labios cánsame!
¿Son éstas que lo envuelven
carnes, o nácares?
La risa, como en taza
de ónice árabe,
en su incólume seno
bulle triunfante:
¡Hete aquí, hueso pálido,
vivo y durable!
¡Hijo soy de mi hijo!
¡Él me rehace!
¡Pudiera yo, hijo mío,
quebrando el Arte
Universal, muriendo,
mis años dándote,
envejecerte súbito,
la vida ahorrarte!
Mas no ¡que no verías
en horas graves
entrar el sol al alma
y a los cristales!
Hierva en tu seno puro
risa sonante;
rueden pliegues abajo
libros exangües;
sube, Jacob alegre,
la escala suave;
ven, y de beso en beso
mi mesa asaltes:
¡Pues ésa es mi musilla,
mi diablo ángel!
¡Ah, musilla traviesa,
qué vuelo trae!
José Martí
ES RUBIA: EL CABELLO SUELTO...
Es rubia: el cabello suelto
Da más luz al ojo moro:
Voy, desde entonces, envuelto
En un torbellino de oro.
La abeja estival que zumba
Más ágil por la flor nueva,
No dice, como antes, "tumba":
"Eva" dice: todo es "Eva".
Bajo, en lo oscuro, al temido
Raudal de la catarata:
¡Y brilla el iris, tendido
Sobre las hojas de plata!
Miro, ceñudo, la agreste
Pompa del monte irritado:
¡Y en el alma azul celeste
Brota un jacinto rosado!
Voy, por el bosque, a paseo
A la laguna vecina:
Y entre las ramas la veo,
Y por el agua camina.
La serpiente del jardín
Silba, escupe, y se resbala
Por su agujero: el clarín
Me tiende, trinando, el ala.
¡Arpa soy, salterio soy
Donde vibra el Universo:
Vengo del sol, y al sol voy:
Soy el amor: soy el verso!
José Martí ( Cuba, 1853 - 1895 )
MUCHO SEÑORA DARÍA...
Mucho, señora, daría
Por tender sobre tu espalda
Tu cabellera bravía,
Tu cabellera de gualda:
Despacio la tendería,
Callado la besaría.
Por sobre la oreja fina
Baja lujoso el cabello,
Lo mismo que una cortina
Que se levanta hacia el cuello.
La oreja es obra divina
De porcelana de China.
Mucho, señora, te diera
Por desenredar el nudo
De tu roja cabellera
Sobre tu cuello desnudo:
Muy despacio la esparciera,
Hilo por hilo la abriera
José Martí
SÉ DE UN PINTOR ATREVIDO...
Sé de un pintor atrevido
Que sale a pintar contento
Sobre la tela del viento
Y la espuma del olvido.
Yo sé de un pintor gigante,
El de divinos colores,
Puesto a pintarle las flores
A una corbeta mercante.
Yo sé de un pobre pintor
Que mira el agua al pintar,-
El agua ronca del mar,-
Con un entrañable amor.
José Martí
XIX - POR TUS OJOS ENCENDIDOS...
Por tus ojos encendidos
Y lo mal puesto de un broche,
Pensé que estuviste anoche
Jugando a juegos prohibidos.
Te odié por vil y alevosa:
Te odié con odio de muerte:
Náusea me daba de verte
Tan villana y tan hermosa.
Y por la esquela que ví
Sin saber cómo ni cuando,
Sé que estuviste llorando
Toda la noche por mí.
José Martí
Copa con alas
Una copa con alas: ¿quién la ha visto
antes que yo? Yo ayer la vi. Subía
con lenta majestad, como quien vierte
óleo sagrado; y a sus bordes dulces
mis regalados labios apretaba:
¡Ni una gota siquiera, ni una gota
del bálsamo que perdí hubo en tu beso!
Tu cabeza de negra cabellera
—¿Te acuerdas?— con mi mano requería,
porque de mí tus labios generosos
no se apartaran. —Blanda como el beso
que a ti me transfundía, era la suave
atmósfera en redor: ¡La vida entera
sentí que a mí abrazándote, abrazaba!
Perdí el mundo de vista, y sus ruidos
y su envidiosa y bárbara batalla.
Una copa en los aires ascendía
y yo, en brazos no vistos reclinado
tras ella, asido de sus dulces bordes,
¡por el espacio azul me remontaba!
Oh amor, oh inmenso, oh acabado artista,
en rueda o riel funde el herrero el hierro,
una flor o mujer o águila o ángel
en oro o plata el joyador cincela;
tú sólo, sólo tú, sabes el modo
¡de reducir el Universo a un beso!
José Martí
MIS VERSOS SON REVUELTOS
Mis versos van revueltos y encendidos
Como mi corazón: bien es que corra
Manso el arroyo que en fácil llano
Entre céspedes frescos se desliza:
Ay!; pero el agua que del monte viene
Arrebatada; que por hondas breñas
Baja, que la destrozan; que en sedientos
Pedregales tropieza, y entre rudos
Troncos salta en quebrados borbotones,
¿Cómo, despedazada, podrá luego
Cual lebrel de salón, jugar sumisa
En el jardín podado con las flores
O en pecera de oro ondear alegre
Para querer de damas olorosas?-
Inundará el palacio perfumado,
Como profanación: se entrará fiera
Por los joyantes gabinetes, donde
Los bardos, lindos como abates, hilan
Tiernas quintillas y rimas dulces
Con aguja de plata en blanca seda.
Y sobre sus divanes espantadas
Las señoras, los pies de media suave
Recogerán,-en tanto el agua rota,
Falsa, como todo lo que expira,
Besa humilde el chapín abandonado,
Y en bruscos saltos destemplada muere!
José Martí
A LOS ESPACIOS
A los espacios entregarme quiero
Donde se vive en paz y con un manto
De luz, en gozo embriagador henchido,
Sobre las nubes blancas se pasea,
Y donde Dante y las estrellas viven.
Yo sé, yo sé, porque lo tengo visto
En ciertas horas puras, cómo rompe
Su cáliz una flor, y no es diverso
Del modo, no, con que lo quiebra el alma.
Escuchad, y os diré: -viene de pronto
Como una aurora inesperada, y como
A la primera luz de primavera
De flor se cubren las amables lilas...
Triste de mí! contároslo quería,
Y en espera del verso, las grandiosas
Imágenes en fila ante mis ojos
Como águilas alegres ví sentadas.
Pero las voces de los hombres echan
De junto a mí las nobles aves de oro.
Ya se van, ya se van. Ved cómo rueda
La sangre de mi herida.
Si me pedís un símbolo del mundo
En estos tiempos, vedlo: un ala rota.
Se labra mucho el oro. El alma apenas!
Ved cómo sufro. Vive el alma mía
Cual cierva en una cueva acorralada.
Oh, no está bien; me vengaré, llorando!
José Martí
DOS PATRIAS
Dos patrias tengo yo: Cuba y la noche.
¿O son una las dos? No bien retira
su majestad el sol, con largos velos
y un clavel en la mano, silenciosa
Cuba cual viuda triste me aparece.
¡Yo sé cuál es ese clavel sangriento
que en la mano le tiembla! Está vacío
mi pecho, destrozado está y vacío
en donde estaba el corazón. Ya es hora
de empezar a morir. La noche es buena
para decir adiós. La luz estorba
y la palabra humana. El universo
habla mejor que el hombre.
Cual bandera
que invita a batallar, la llama roja
de la vela flamea. Las ventanas
abro, ya estrecho en mí. Muda, rompiendo
las hojas del clavel, como una nube
que enturbia el cielo, Cuba, viuda, pasa...
José Martí
Y TE BUSQUÉ
Y te busqué por pueblos,
Y te busqué en las nubes,
Y para hallar tu alma
Muchos lirios abrí, lirios azules.
Y los tristes llorando me dijeron:
¡Oh, qué dolor tan vivo!
¡Que tu alma ha mucho tiempo que vivía
En un lirio amarillo!
Mas dime ¿cómo ha sido?
¿Yo mi alma en mi pecho no tenía?
Ayer te he conocido,
Y el alma que aquí tengo no es la mía.
Jose Martí