Monográficos René Char
Monográfico realizado en el canal #poesia el pasado 8 de Abril dedicado a René Char.
Buenas noches, bienvenidos,tenemos esta noche un recital dedicado
al magnífico poeta francés René Char
René Char
Nace el 14 de junio de 1907 en el pueblecito de L´Isle-sur-Sorgue
(Vaucluse), en el seno de una familia de la burguesía provenzal (su padre,
Ëmil Char, fue industrial del yeso y desde 1905 hasta su muerte alcalde
de L´Isle)
L´Isle es un pueblo de pescadores fluviales; la infancia y juventud de
René Char van a ser decisivamente troqueladas por esta tierra y el río
que la surca, el Sorgue.
El niño crece en Les Névons, vasta mansión burguesa rodeada de un gran
parque, cuya construcción se finaliza en 1907.
Char tiene una fuerte vinculación con el padre; su muerte prematura en
1918 marca profundamente al futuro poeta (la madre es más bien una
contrafigura negativa).
Decenios más tarde, como cuenta a Jean Pénard, sigue soñando con el
muerto:
" Char me dice que a menudo ve a su padre en sueños. Su rostro es mucho
más joven y sin arrugas que en el recuerdo que de él conserva. Él
-René Char- en el sueño es el niño de aquel tiempo. El padre, tocado con su
sombrero, quiere volver a Les Névons, o a su yesería, o al
ayuntamiento donde le espera su trabajo como alcalde. ¿Cómo comunicarle a su padre
que ya no está vivo? René lo lleva a pasear en la noche, recorre el
pueblo con él. Le explica, caminando, todo lo que ha pasado y con su
corazón de hijo le dice: Papá, estás muerto."
Tras el fallecimiento del cabeza de familia, la madre y los hijos -los
hermanos Julia, Albert, Émilienne y René Char- sufren dificultades
pecuniarias.
Con once o doce años le golpea por primera vez la experiencia del
éxtasis, le grandissime éclair.
Estudia en un internado de Aviñón, y antes de los quince años comienza
a escribir poemas que luego hallarán acomodo en su primer libro, Las
campanas sobre el corazón (publicado por cuenta propia en 1928, pero
repudiado más tarde por el poeta).
Hacia 1925 Char asiste en Marsella, con escasa asiduidad, a los cursos
de la Escuela de Comercio. Vagabuendeos felices, lances pendencieros,
múltiples encuentros, intensas lecturas: Plutarco, François Villon,
Racine, los románticos alemanes, Alfred de Vigny, Gérard de Nerval, Charles
Baudelaire...
Gana algún dinero vendiendo whisky y achicoria, por cuenta ajena, a los
burdeles y tabernas del puerto viejo.
En 1927 y 1928 realiza su servicio militar en un regimiento de
artillería de Nimes, y tienen lugar sus primeras colaboraciones literarias en
revistas.
A comienzos de 1929 viaja por primera vez a París, donde ya cuenta con
algunas complicidades literarias (André Salmon, Louis Aragon).
Funda y codirige en L´Isle-sur-Sorgue la revista de literatura y arte
Méridiens.
Publica por cuenta propia una plaquette, Arsenal, con poemas escritos
entre 1927 y 1929 que ya suponen el ingreso en una región intensa y
diferente.
Envía uno de los ejemplares a Paul Éluard, cuya Capital del Dolor
(1926) ha sido un libro decisivo para el joven aprendiz de poeta.
El otoño de 1929 es un momento clave.
Éluard, impresionado por el poeta primerizo, se desplaza a
L´Isle-sur-Sorgue para conocerlo y traban una firme amistad; a finales de noviembre
es Char quien viaja a París, donde conoce a André Breton, René Crevel,
Georges Sadoul y a otros miembros del grupo surrealista.
Su adhesión al movimiento surrealista se prolongará desde diciembre de
1929 hasta 1934.
Este ingreso es simultáneo al de Buñuel y Dalí, y también coincide con
la tormentosa salida de Robert Desnos, Michel Liris, Jacques Prévert y
Raymond Queneau (panfleto "Un cadáver").
Otro miembro del grupo, André Thirion, describe al Char de 1929 del
siguiente modo:
"Con la complexión física del jugador de rugby que era, muy alto, tenía
la seguridad tranquila y la paciencia visible de los hombres dotados
de una fuerza física extraordinaria.
Hablaba poco, escuchaba mucho, no le gustaba perder el tiempo.
Representaba casi lo contrario que Aragon" (hacia este último poeta
Char sentiría antipatía durante casi toda su vida).
Los primeros treinta son los años de las exploraciones y juegos
surrealistas -que impacientan a Char en más de una ocasión-; las productivas
lecturas de Rimbaud, Lautréamont, los grandes alquimistas, los
presocráticos;
los trabajos colectivos (en abril de 1930 se publica "Aminorar obras",
un poemario escrito conjuntamente por Char, Éluard y Breton durante una
estancia de los tres amigos en Aviñón y Vaucluse);
y el compromiso político con la izquierda revolucionaria, materializado
con la fundación de la revista Le Surréalisme au Service de la
Révolution y puesto en práctica con numerosas iniciativas (incluyendo la hecha
en las barricadas callejeras, como en los combates antisfascistas, del
9 de febrero de 1934).
En la primavera de 1933, con su negativa a colaborar en la revista
Minotaure, cabe cifrar el comienzo del alejamiento del grupo surrealista
(definitivo desde 1935).
En 1934 publica El martillo sin amo, que reúne los poemas escritos
entre 1927 y 1933, y en 1936 aparece Molino primero, texto que inaugura su
colección de poemas aforísticos, frecuentes a partir de entonces.
El período de aprendizaje ha concluido.
En diciembre de 1937 Char publica Cartel para un camino de los
escolares, cuya dedicatoria a los niños de España se hace eco de la tragedia de
la agresión fascista contra nuestra República.
Char será antifranquista durante toda su vida: años después, en los
cincuenta, intervendrá en las actividades contra el Régimen
clerical-fascista que se desarrollan en Francia.
Wilebaldo Solano ha evocado cómo, en una ocasión en que se trataba de
salvar a condenados a muerte en España, Albert Camus dijo a los
exiliados españoles: "Los hombres de acción, los eficaces, son René Char y
Claude Bourdet".
En este final de los años treinta se abre su poderoso diálogo con la
pintura (Courbet, Georges de La Tour, Picasso), que ya no cesará hasta
que cesen sus días.
Después de los precedentes ominosos (entre otros, la invasión de
Austria y la ocupación de los Sudetes por Alemania), la segunda guerra
mundial comienza el I de septiembre de 1939 con la invasión de Polonia.
Char es movilizado en Nimes (regimiento 173 de artillería pesada) y
parte hacia Alsacia, donde permanecerá hasta mayo de 1940 en Petersbach,
Struth y finalmente Hinsburg (bosque de la Petite-Pierre).
Esta región alsaciana, que descubre ahora, dejará profunda impronta en
su sensibilidad y su escritura.
En junio de 1940, después de la lastimosa drôle de guerre que apenas ha
durado unos meses, Francia se rinde ante Hitler.
Char ha combatido, ha sido hecho prisionero, se ha evadido, ha
regresado a L´Isle-sur-Sorgue, ha sido espiado por las autoridades de Vichy, ha
entrado en contacto con la incipiente Resistencia, y a finales de año
pasa a la clandestinidad.
Bajo el alias de Capitán Alexandre se convierte en jefe del maquis que
combate contra los alemanes en la región montañosa de Basses-Alpes, y
se impone asimismo un riguroso silencio editorial durante cinco años
(como si la escritura pasase también a la clandestinidad), al mismo tiempo
que va redactando los poemas de "Furor y misterio" y las fulgurantes
anotaciones de "Hojas de Hipnos".
Calla, pelea, padece, se abisma y emerge.
Tras la Liberación, la publicación en febrero de 1945 de "Los que
permanecen" atrae una gran atención pública, y le granjea la amistad de
Georges Braque y Albert Camus.
Junto con otros libros, se integrará en el volumen de la poesía europea
de todos los tiempos, impresionante testimonio de guerra, resistencia
contral el mal y autoconstrucción humana.
El aventurero surrealista, tras un largo silencio consagrado a la
acción, reaparece transformado en el gran poeta de la Resistencia.
Después, a "Los Matinales" (1950) les incumbe la misión de despertar:
salir de la forzada reclusión y encaminar hacia los mil riachuelos de la
vida diurna.
Poemas aurorales, de renacimiento, de evocación de la infancia, pues
ahora la guerra queda atrás.
En "Indagación de la base y de la cima" Char recuperó la siguiente
"Faja de Los Matinales", escrita para la primera edición de 1950:
Madrugadores que apartaréis de vuestra boca la mordaza de una
inquisición insensata -calificada de conocimiento- y de una sensibilidad
extenuada, ilustración de nuesro tiempo; que ocuparéis todo el terreno en
provecho únicamente de la verdad poética que continuamente lucha contra la
impostura y es indefinidamente revolucionaria: para vosotros.
La cronología de su vida que Char preparó junto con Dominique Fourcade
para el número monográfico de la revista L´Herne acaba en 1946, y no
hay en ello arbitrariedad.
A partir de este momento, el poeta se retrae, y busca conscientemente
desaparecer de la actualidad político cultural de su país.
Ha hecho lo que debía hacer -lo que exigía la radicalidad de su
compromiso con la poesía y con la condición humana: "las acciones del poeta no
son más que la consecuencia de los enigmas de la poesía"-, y desde
entonces, sin llamar la atención, va a consagrarse durante decenios más a
su silenciosa y ardua labor.
Eso no quiere decir que le sea indiferente el acontecer histórico: de
hecho, en los años cincuenta multiplica sus intervenciones políticas
(contra las dictaduras, contra la "justicia" colonial francesa, a favor de
los estudiantes griegos condenados a muerte por su gobierno...).
Su ayuda a los republicanos españoles se canaliza a través de la
Federación de Deportados y Presos Políticos, junto a Camus, Gide, Sartre u
Orwell.
Pero el juicio que le merece el devenir de Europa en aquellos años
siniestros de Guerra Fría, y de crisis civilizatoria que él siente espesar
y oscurecerse, es muy duro y no invita precisamente a la participación.
En la famosa entrevista con Der Spiegel (realizada en 1966 y publicada
póstumamente en 1976), Martín Heidegger se refirió a su amigo en estos
términos:
Todo funciona.
Esto es precisamente lo inhóspito, que todo funciona y que el
funcionamiento lleva siempre a más funcionamiento y que la técnica arranca al
hombre de la tierra cada vez más y lo desarraiga.
No sé si usted estaba espantado, pero yo desde luego lo estaba cuando
vi las fotos de la Tierra desde la Luna.
No necesitamos bombas atómicas, el desarraigo del hombre es un hecho.
Sólo nos quedan puras relaciones técnicas.
Donde el hombre vive ya no es la tierra.
Hace poco tuve en Provenza una larga conversación con René Char, el
poeta y resistente, como usted sabe.
En Provenza se han instalado ahora bases de cohetes y la región ha sido
devastada de forma inimaginable.
El poeta, que no es precisamente sospechoso de sentimentalismo ni de
glorificar el idilio, me decía que el desarraigo del hombre, que está
sucediendo, es el final, a no ser que alguna vez el pensar y el poetizar
logren alcanzar el poder sin violencia.
La palabra rápida, honda y reveladora de René Char es un bocado difícil
de digerir para lo que hay de estolidez progresista de la posguerra
europea. En pleno desarrollismo productivista, ¿dónde situar a quién
advierte que la comodidad es un crimen?
¿Qué hacer con un poeta que, lejos de entusiasmarse con los primeros
éxitos logrados en la conquista del espacio, replica con un texto
incendiario - " A los ribereños del Sorgue"- que hace imprimir como cartel y
él mismo pega sobre los árboles de su pueblo?
El hombre del espacio que nace hoy será mil millones de veces menos
luminoso y revelará mil millones de veces menos cosas ocultas que el
hombre granítico, recluido y recostado de Lascaux, con su duro miembro
desembarrado de la muerte.
Dominique Fourcade, apunta que no cabe hablar en el caso de René Char,
de literatura comprometida en el sentido de la ideología contemporánea.
Más bien hay que hablar -y se trata de un ejemplo único- de una
naturaleza poética tal que le compromete simultáneamente en la lucha armada
contra la barbarie, y en una profundización del conocimiento por medio de
la escritura.
El diálogo creador con los grandes artistas plásticos, de Henri Matisse
a María Helena Vieira da Silva, de Pablo Picasso a Zao Wu-ki, resulta
especialmente intenso durante estos años.
Y su poesía va tomando cuerpo en volúmenes fundamentales:
Indagación de la base y de la cima en 1955 (edición aumentada en 1965).
La palabra en archipiélago (1962).
Tres disparos bajo los árboles (1967)
El desnudo perdido (1971)
Aromas Cazadores (1975)
Cantos de la Balandrane (1977)
Ventanas durmientes y puerta que da al tejado (1979)...
En 1978, después de una grave dolencia cardíaca, se instala
definitivamente en su casa de Les Busclats de L´Isle-sur-Sorge.
En 1983 es el primer poeta vivo cuya obra completa aparece en la
prestigiosa colección de La Pléiade: cinco años antes de u mierte, todo un
clásico.
(Un clásico en plena forma, hasta el punto de dar a luz tres poemarios
más después de estas Obras completas).
Muere el 19 de febrero de 1988.
Quiso mucho a las mujeres, y a muchas mujeres, de una forma
autosuficiente y sexissta que -al menos en alguno de sus rasgos- no dejará de
parecer cuestionable a más de una sensibilidad femenina de hoy en día.
Al mismo tiempo, ha escrito algunos de los poemas de amor más
verdaderos y hermosos de la literatura universal.
Era demasiado nietzscheano para reconocerse en muchas características
de las desvitalizadas democracias capitalistas del siglo XX.
Proponía como divisa -su amigo Albert Camus lo transmite- Libertad,
Desigualdad, Fraternidad.
El pacto germano-soviético de 1939 lo vacunó para siempre contra la más
mínima complacencia hacia el estalinismo.
Fue encarnizado adversario de los totalitarismos, ecologista antes de
que hubiera ecologismo, luchador antinuclear contra el nihilismo
simétrico de la Guerra Fría, y hasta el final de sus días le sublevaba
cualquier asomo de racismo.
Paul Veyne evoca una anécdota reveladora:
En abril de 1985 inventó un juego, el de matar a Le Pen, en el que -me
temo- éramos como el ciego y el paralítico: él llevaría el Colt y yo
conduciría el coche (mis habilidades con el Colt, comprobadas en el
jardín, se habían mostrado más bien mediocres, y él no tenía carnet de
conducir, si no me equivoco).
Le costaba contener la risa cuando contaba cómo Bataille, en 1945, le
había propuesto con toda seriedad tomar el poder entre los dos: debían
avanzar hacia Parías, dónde René sublevaría a las masas gracias a sus
dotes de dirigente, y luego se convertirían respectivamente en ministro
de la Guerra y ministro de Economía.
Parece que Bataille no lo decía en broma: René juraba por lo más
sagrado que creía en tal aventura a pies juntillas.
¿Hay que mencionar que amaba intensamente a los animales?
Duro, compacto,macizo, delicado, fulgurante.
Se identifica con el cazador celeste y también con el lobo persguido.
Tiene reputación de poeta hermético, y que Paul Celan lo admirase tanto
como para traducirlo al alemán no mejora las cosas en ese sentido.
En 1948 declaró Char en una entrevista:
Yo tengo mi propio crítico. Es cazador furtivo.
Cuando termino algo se lo leo; qué risa me da oír que soy muy
hermético, porque él lo entiende enseguida, instantáneamente, y me dice:
"eso es verdad", o bien: "habría que cambiar esta palabra, y aquélla".
Para mí un poema no es bello, curioso, original o lo que se te ocurra.
Es una cima de mí mismo. Algo duro, que no tiene necesidad de ser
apreciado, admirado o saboreado.
Lo que hace falta es que, al leerlo, descienda dentro de ti.
Lo que busca un poema es decir la verdad, con la dificultad peculiar de
que la verdad no preexiste a la búsqueda del poema.
En la vida y la obra de este poeta - tan recíprocamente coherentes, ya
lo he dicho, como muy raramente ocurre-, la afirmación de la existenci
aactiva sobre esta tierra va de consuno con una constante preocupación
por el otro.
Otra de sus paradojas: un gran solitario, guardían feroz de su
independencia, es también un grande y atento compañero de sus prójimos.
Poética y ética se entreveran de tal forma que resulta difícil
discernir cuál de ambas gobierna el mundo.
"Conocimiento productivo de lo Real", formula Char ya en 1935, íntimo
de una poesía activa en su relación con el lenguaje.
Nos ha regalado uno de los más altos testimonios de la dignidad humana,
amor por la belleza y fidelidad a la poesía.
Su oba -ese poco más de quinientos gramos de La Pléiade- constituye un
difícil, duradero testimonio de que la insurrección contra la iniquidad
y la confianza en las posibilidades nobles de la existencia humana
desembocan en mesetas abiertas.
Ahí seguimos temblando y asombrándonos.
Fin. Biografía realizada por Jorge Riechmann, su más grande y fiel
traductor.
A LA SALUD DE LA SERPIENTE
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XXVI
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De todas las aguas claras, la poesía es la que menos se demora en los
reflejos de los puentes.
Poesía: la vida futura en el fuero íntimo del hombre nuevamente
cualificado.
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René char
El poema pulverizado
EL ANTE-MUNDO
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Argumento
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1938
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El hombre huye de la asfixia.
El hombre cuyo inimaginable apetito se calafatea sin dejar de
abastecerse se liberará por medio de las manos, ríos de repente crecidos.
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El hombre que se despunta en la premonición, el que tala su silencio
interior y lo reparte en teatros:
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el segundo es quien amasa el pan.
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Para unos, prisión y muerte.
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Para otros, la transhumancia del Verbo.
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Desbordar la economía de la creación, agrandar la sangre de los gestos,
deber de toda luz.
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Asimos la argolla donde están encadenados, flanco con flanco,por una
parte el ruiseñor diabólico, por otra la llave ángelica.
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Sobre las aristas de nuestra amargura la aurora de la conciencia se
adelanta y deposita su sedimento.
Sazón. Una dimensión atraviesa el fruto de la otra.
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Dimensiones adversarias.
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Deportado de la yunta y las nupcias, golpeo el hierro de los formones
invisibles.
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René Char
Seuls demeurent (1938-1944)
Antonin Artaud
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No tengo voz para elogiarte, hermano mío.
Si me inclinara sobre tu cuerpo que la claridad va a dispersar,
tu risa me rechazaría.
El corazón entre nosotros, durante lo que se llama impropiamente una
hermosa tormenta,
da en tierra varias veces,
mata, cava e incendia,
luego renace más tarde en la dulzura del hongo.
No necesitas un muro de palabras para exaltar tu verdad,
ni las volutas del mar para ungir tu profundidad,
ni de esta mano febriciente que nos rodea la muñeca,
y suavemente nos conduce a derribar un bosque
En donde el hacha son nuestras entrañas.
Está bien. Vuelve al volcán,
y nosotros,
que lloremos, asumamos tu relevo o preguntemos:
"¿Quién es Artaud?' a esa espiga de dinamita de la que ningún grano
se separa,
Para nosotros, nada habrá cambiado,
nada, sino esta quimera viviente del infierno que se despide
de nuestra angustia.
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René Char
(París, 8 de marzo de 1948).
Les Matinaux, 1950.
ARTINA
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Al Silencio de aquella que permite soñar
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En la cama que me prepararon había: un animal sanguinolento y maltrecho
del tamaño de un bollo, un caño de plomo, una ráfaga de viento, un
molusco
helado, un cartucho sin pólvora dos dedos de un guante, una mancha de
aceite;
no había una puerta de prisión, pero sí el sabor de la amargura, un
diamante
de vidriero, un pelo, un día, una silla rota, un gusano de seda, el
objeto robado,
una presilla de sobretodo, una mosca verde domesticada, una rama de
coral,
un clavo de zapatero, una rueda de ómnibus.
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Ofrecer un vaso de agua al paso de un caballero que se lanza a
rienda suelta en un
hipódromo invadido por la multitud supone, de una y otra parte, una
falta absoluta
de habilidad; Artina traía a los espíritus que visitaba esa aridez
monumental.
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El impaciente se daba perfecta cuenta de la clase de sueños que en
adelante
frecuentarían su cerebro, sobre todo en el dominio del amor cuya
actividad
voraz se manifestaba de ordinario fuera de la época sexual. La
asimilación
alcanzaba su desarrollo en la noche profunda de los invernaderos
herméticamente
cerrados.
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Artina cruzó sin dificultad el nombre de una ciudad. Es el silencio
que hace surgir
el sueño.
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Los objetos designados y reunidos con el nombre de
naturaleza-concreta forman
parte del escenario en el cual se desarrollan los actos de erotismo de
las series fatales,
epopeya cotidiana y nocturna. Los ardientes mundos imaginarios que
circulan sin interrupción por la campiña en la época de las cosechas tornan
el ojo agresivo y la
soledad intolerable para aquel que dispone del poder de destrucción. En
los cataclismos
extraordinarios, resulta directamente preferible apelar sin reservas a
ellos.
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El estado de letargo que precedía a Artina suministraba los
elementos indispensables
para la proyección de impresiones sorprendentes sobre la pantalla de
ruinas flotantes: edredones llameantes precipitados en el insondable
abismo de tinieblas enm perpetuo movimiento.
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Artina conservaba a despecho de los animales y de los ciclones una
inagotable frescura.
Al andar adquiría una transparencia absoluta.
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Por más que surja en medio de la más activa depresión el aparejo de
la belleza de Artina,
los espíritus curiosos no dejan de ser espíritus furiosos, los
espíritus indiferentes, espíritus
extremadamente curiosos.
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Las apariciones de Artina superaban el marco de esas comarcas de
sueño donde el pro y el
pro están animados de igual y asesina violencia. Ellas evolucionaban en
los pliegues de una
seda quemante poblada de árboles con hojas de ceniza.
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El carruaje de caballos lavado y renovado superaba casi siempre al
departamento tapizado
con salitre cuando se trataba de acoger en una velada interminable a la
multitud de los
enemigos mortales de Artina. El semblante de leña muerta era
particularmente odioso. La carrera jadeante de dos enamorados al azar de los
grandes caminos se volvía de golpe una distracción suficiente para permitir
que el drama se desarrollara, de nuevo, a cielo abierto.
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A veces una maniobra imprudente hacía caer sobre la garganta de
Artina una cabeza que no era la mía. El enorme bloque de azufre se consumía
entonces lentamente, sin humo, presencia
de por sí e inmovilidad vibrante.
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El libro abierto sobre las rodillas de Artina sólo era legible en
los días lóbregos. A intervalos regulares los héroes acudían a informarse
de las desgracias que de nuevo se abatirían sobre
ellos, de las sendas múltiples y terroríficas por las cuales sus
irreprochables destinos se empeñarían nuevamente. Sólo preocupados por la
Facultad casi todos tenían un aspecto agradable. Se desplazaban
lentamente, se mostraban poco locuaces. Expresaban sus deseos mediante amplios e
imprevistos movimientos de cabeza. Parecía además que se ignoraban
totalmente unos y otros.
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El poeta ha asesinado a su modelo.
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Artine
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René Char
Versión de Aldo Pellegrini
BAILEMOS EN BARONNIES
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Vestida con falda de olivo
la Enamorada
había dicho:
Cree en mi muy infantil fidelidad.
Y desde entonces,
un valle abierto
una cuesta
que brilla
un sendero de alianza
han invadido la ciudad
donde el libre dolor se halla bajo las aguas vivas
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René Char
Versión de Jorge Riechmann
Bajo palabra
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Hay llamas
más vistosas que las manos que hacen rodar las pesadillas
sobre la memoria
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Se llega al sol por encantamiento
el amor tiene un acentuado sabor a vidrio
es el coral que surge del mar
es el perfume desaparecido que vuelve al bosque
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Es la transparencia que paga su deuda
es siempre esa cabeza
de labios deliciosamente entreabiertos
de este lado del muro
y del otro lado quizás en la punta de una pica
.
Ralentir traveaux
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René Char
Versión de Aldo Pellegrini
BEBEDORA
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¿Por qué seguir entregando las palabras del propio porvenir ahora que
toda palabra hacia lo alto es boca ladradora de cohete, ahora que el
corazón de cuanto respira es caída hedionda?
Para que puedas exclamar en un soplo:
"¿De dónde vienes, bebedora, hermana con las uñas quemadas?
¿Y a quién satisfaces?
Nunca hallaste albergue entre tus espigas.
Mi guadaña lo jura.
No te denunciaré, yo te precedo."
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René Char
Versión de Jorge Riechmann
BIENVENIDA
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¡Ojalá vuelvas a tu desorden, y el mundo al suyo.
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La asimetría es juventud.
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No se mantiene el orden más que el tiempo que se tarda en odiar su
carácter de mal.
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Entonces se avivará en ti el deseo del porvenir, y cada peldaño de tu
escalera desocupada y todos los rasgos inhibidos de tu vuelo te
llevarán, te elevarán con un mismo sentimiento gozoso.
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Hijo de la oda ferviente, abjurarás del gigantesco enmohecimiento.
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Los solsticios cuajan el dolor difuso en una dura joya adamantina.
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El infierno a su medida que se habían esculpido los limadores de
metales volverá a bajar vencido a su abismo. Delante del olvido nuevo, la
única nube en el cielo será el sol.
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Mintamos esperanzados a quienes nos mienten:
que la inmortalidad inscrita sea a la vez la piedra y la lección.
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René char
Versión de Jorge Riechmann
CONSUELO
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Por las calles de la ciudad va mi amor.
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Poco importa a dónde vaya en este roto tiempo.
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Ya no es mi amor:
el que quiera puede hablarle.
Ya no se acuerda:¿quién en
verdad le amó?
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Mi amor busca su semejanza en la promesa de las
miradas. El espacio que recorre es mi fidelidad. Dibuja
la esperanza y en seguida la desprecia. Prevalece sin
tomar parte en ello.
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Vivo en el fondo de él como un resto de felicidad.
Sin saberlo él, mi soledad es su tesoro.
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Es el gran meridiano
donde se inscribe su vuelo, mi libertad lo vacía.
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Por las calles de la ciudad va mi amor. Poco importa
a dónde vaya en este roto tiempo. Ya no es mi
amor: el que quiera puede hablarle. Ya no se acuerda:
¿quién en verdad le amó y le ilumina de lejos para que
no caiga?
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René Char
CUATRO EDADES
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I
El otoño para la hoja
el agua hirviendo para el cangrejo
y el favorito el zorro
ebrio sobre los hombros luminosos de la Actriz
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Adherido al balcón naranja
Un ventisquero de rizos
acampa en la ansiedad de mi corazón.
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II
He estrangulado a mi hermano
porque no gustaba de dormir
con la ventana abierta
Hermana mía
dijo antes de morir
Pasé noches enteras
mirándote dormir
inclinado sobre tu brillo en el cristal.
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III
Apretados los puños
rotos los dientes
con lágrimas en los ojos
la vida
apostrofándome empujándome y riendo a medias
Yo espiga anticipada de las siegas de agosto
distingo en la corola del Sol
una yegua
me abrevo en su orina.
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IV
Mi amor es triste
porque es fiel
No interpela el olvido de los demás
No cae de la boca como un diario del bolsillo
No es flexible en la angustia que en común se arremolina
No se aisla en las rompientes de la península simulando
pesimismo
Mi amor es triste
pues está en la naturaleza turbada del amor ser triste
Como la luz es triste
La dicha triste
No has pasado libertad tus correas de arena.
.
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René Char
Versión de Jorge Onfray
Cur secessisti?
.
Nieve, capricho infantil, sol que no tienes sino el invierno para
llegar a ser astro, en el umbral de mi calabozo de piedra, ven y cobíjate.
Sobre las laderas de Aulan, mis hijos que son incendiarios, mis hijos a
quienes asesinan sin cerrarles los ojos, se engrandecen con tu poder.
.
.
René Char
Los leales adversarios.
CURSO DE LAS ARCILLAS
.
Mira, portero agudo, de la mañana a la mañana,
largas, adujando su chorro, a las zarzas frenéticas,
cómo la tierra nos acucia con su mirada ausente,
cómo el dolor se embota, grillo de canto parejo,
y cómo un dios no brota sino para aumentar la sed
de aquellos cuya palabra se dirige a las aguas vivas.
.
Por tanto alégrate, querida, del destino siguiente:
No clausura esta muerte la memoria amorosa.
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René Char
Versión de Jorge Riechmann
DESHERENCIA
.
Antigua era la noche
cuando la entreabrió el fuego.
Igualmente mi casa.
.
No se mata a la rosa
en las guerras del cielo.
destierran a una lira.
.
Mi pena persistente
de una nube de nieve
gana un lago de sangre.
La crueldad ama vivir.
.
Oh fuente que mentiste
a nuestros destinos gemelos,
del lobo trazaré
este único retrato pensativo.
.
.
René Char
Versión de Jorge Riechmann
Devolvedles...
.
Devolvedles lo que ya no esté presente en ellos,
Volverán a ver cómo el grano de la cosecha se encierra en la espiga
y se agita sobre la hierba.
Enseñadles, de la caída al vuelo, los doce meses de su rostro,
Mimarán al vacío de su corazón hasta el siguiente deseo;
Pues nada ha naufragado ni se complace en las cenizas;
Y a quien sabe ver cómo la tierra se consuma en sus frutos
No le perturba el fracaso aunque lo haya perdido todo.
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René Char
Los leales adversarios.
Di...
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Di lo que el fuego duda en decir,
Sol del aire, claridad que osa,
Y muere de haberlo dicho para todos.
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René Char
Los leales adversarios
DYNE
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Dejando atrás al hombre extensible y al hombre traspasado
llegué ante la puerta de todos los júbilos, la del Verbo desellado
de sus restos mortales, formando lo nuevo, creando fuego
a partir de la verdad, y fortalecido por mi verde fe llamé.
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Así llegarás tú al país lavado y desierto de tu desafío.
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Hasta entonces, sin fechas fijas, lo irás edificando.
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¡Severa vanidad!
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¿Pero quién hubiera apostado y optado por ti, desde los parajes
inmemoriales hasta la lira fugitiva del padre?
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René Char
Versión de Jorge Riechmann
EL BESO
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Maciza lentitud, lentitud martillada;
Humana lentitud, lentitud forcejeada;
Desierta lentitud, desanda tus ardores;
Sublime lentitud, sube desde el amor;
Que la lechuza ha vuelto.
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René Char
Versión de Jorge Riechmann
EL DESNUDO PERDIDO
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Llevarán ramos aquellos cuyo aguante pueda desgastar la
noche nudosa que precede y sigue al relámpago. Su palabra
recibe existencia del fruto intermitente que la propaga
dilacerándose. Son los hijos incestuosos de la cortadura y del signo,
que alzaron hasta los brocales el círculo florido de la tinaja
de la adhesión. La furia de los vientos los mantiene aún desvestidos.
Contra ellos vuela una pelusa de noche negra.
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René Char
Versión de Jorge Riechmann
EL JUICIO DE OCTUBRE
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Mejilla contra mejilla dos pordioseras en su desamparo rígido;
La helada y el viento no las han instruido, las han ignorado;
Niñas de intrahistoria
caídas de las estaciones que dejan atrás, y allí apretadas de pie.
No hay labios que las traspongan, la hora pasa.
No habrá ni rapto ni rencor.
Y el caminante pasa sin mirada ante ellas, ante nosotros.
Dos rosas perforadas por un anillo profundo
ponen en su extrañeza algo de desafío.
¿Se pierde la vida de otro modo que por las espinas?
Claro que sí: por la flor, los largos días lo supieron.
Y el sol ha dejado de ser inicial.
Una noche, el día bajo, todo el riesgo, dos rosas,
Como la llama a cubierto, mejilla contra mejilla con quien
la mato.
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René Char
Versión de Jorge Riechmann
EL MOLINO
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Un ruido largo sale por el techo
golondrinas siempre blancas
agua que salta, agua que brilla
el grano salta, el agua muele
y el recinto donde el amor se arriesga
centellea y marca el paso.
.
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René Char
Versión de Jorge Teiller
EL REFUGIO MALTRATADO
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Siempre me ha gustado la proximidad, sobre un camino de tierra,
de un hilillo de agua caída del cielo que viene y va persiguiéndose
a sí mismo, y la tierna torpeza de la hierba mediana a la que una carga
de piedras detiene -igual que un revés oscuro pone fin al pensamiento.
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René Char
Versión de Jorge Riechmann
EL ROSTRO NUPCIAL
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Conducción
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Pasa.
Aquí es donde antaño
se clavó la laya sideral.
Esta tarde una aldea de pájaros
en lo alto exulta y pasa.
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Escucha cómo las sienes rocosas
de las presencias dispersadas
murmuran la palabra que tornará tu sueño
cálido como un árbol de septiembre.
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Mira cómo se mece el entretejido
de las certezas que han llegado
junto a nosotros a su quintaesencia,
Horca mía, ¡oh mi Sed ansiosa!
.
El rigor de vivir se desgasta
sin cesar anhelando exilio.
Con una fina lluvia de almendra
entreverada de libertad dócil
se produjo tu alquimia guardiana,
Bienamada mía.
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René Char
Seuls demeurent.
EL VENCEJO
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Vencejo con alas demasiado grandes, que gira gritando su gozo
alrededor de la casa. Tal es el corazón.
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Deseca el trueno. Siembra en la serenidad del cielo. Si roza el
suelo, se desgarra.
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Su réplica es la golondrina. A la más íntima detesta. ¿Qué
iguala al encaje de la torre?
.
Para en el hueco más sombrío. Nadie sufre estrechez mayor.
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En el verano de larga claridad, se deslizará hacia las tinieblas
por las persianas de medianoche.
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No hay ojos que lo retengan. El grito es su presencia entera. Un
fusil frágil va a abatirlo. Tal es el corazón.
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René Char
El poema pulverizado.
EN LAS ALTURAS
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Espera aún a que yo venga
a romper el frío que nos retiene.
Nube, en tu vida tan amenazada como la mía.
(Había un precipicio en nuestra casa.
Por eso hemos partido y nos hemos establecido aquí).
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René Char
Évadné
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Éramos uña y carne el verano y nuestra vida
El campo comía el color de tu falda fragante
Avidez y obligación se habían reconciliado
El castillo de Maubec se sumergía en la arcilla
Pronto se derrumbaría el balanceo de su lira
La violencia de las plantas nos hacía titubear
Un cuervo remero sombrío apartándose de la escuadra
Sobre el mudo sílex del mediodía descuartizado
Acompañaba a nuestra alianza de movimientos suaves
La hoz por todas partes debía descansar
Nuestra escasez inauguraba un reino
(El viento insomne que nos arruga el párpado
Pasando cada noche la página consentida
Quiere que cada parte tuya que retengo
Se extienda a un país de edad hambrienta y lagrimal gigante)
.
Era el principio de años adorables
La tierra nos amaba un poco lo recuerdo.
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René Char
Seuls Demeurent.
HAMBRE ROJA
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Estabas loca.
¡Qué lejos queda!
Moriste, con un dedo delante de los labios,
en noble movimiento,
para atajar la efusión;
En el sol frío de un reparto verde.
Estabas tan hermosa que nadie se dio cuenta de tu muerte.
Más tarde, era de noche, te pusiste en camino conmigo.
Desnudez sin desconfianza.
Pechos podridos por tu corazón.
A sus anchas en este mundo circunstancial,
Un hombre, que te había estrechado entre sus brazos,
se sentó a la mesa.
Estáte bien, no existes.
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René Char
Versión de Jorge Riechmann
LA COMPAÑERA DEL CESTERO
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Yo te amaba.
Amaba tu rostro de manantial abarrancado por la tormenta y la cifra de
tu dominio que cercaba mi beso. Hay quien se confía a una imaginación
redonda. A mí me basta ir.
He traído de la desesperación un cestillo tan pequeño, amor mío,
que ha sido posible trenzarlo con mimbre.
.
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René Char
Seuls demeurent (1938-1944)
LA ETERNIDAD EN LOURMARIN
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A Jean-Paul Samson
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No subsiste línea recta ni carretera iluminada hacia un ser que
nos ha dejado.
¿Dónde se aturde nuestro afecto? Un anillo de árbol tras otro, si se
acerca es para hundirse al punto. Su rostro a veces viene a apretarse
contra el nuestro, sin producir otra cosa que un relámpago helado. El día
que alargaba la dicha entre él y nosotros no se halla en ningún sitio.
.
Todas las partes -casi excesivas- de una presencia se han
dislocado de golpe. Rutina de nuestra vigilancia... Sin embargo ese ser
suprimido persiste en algo rígido, desierto, esencial que en nosotros hay,
donde nuestros milenios juntos alcanzan exactamente el espesor de un
párpado cerrado.
.
Hemos cesado de hablar con el que amamos, y sin embargo no reina
el silencio. ¿Qué es de él, entonces? Sabemos, o creemos saber. Pero
solamente cuando el pasado que significa se abre para darle paso. Aquí
le tenemos a nuestra altura, más lejos, por delante.
.
En el momento, de nuevo contenido, en que interrogamos a todo el peso
del enigma, súbitamente comienza el dolor, el de compañero a compañero,
que esta vez el arquero no traspasa.
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René Char
Versión de Jorge Riechmann
LA LUJURIA
.
El águila ve como se borran gradualmente las huellas de la memoria
helada
la extensión de la soledad hace apenas visible la presa que huye
a través de cada una de las regiones
donde uno mata donde a uno lo matan libremente
presa insensible
proyectada indistintamente
más acá del deseo y más allá de la muerte
.
El soñador embalsamado en su camisa de fuerza
rodeado de utensilios efímeros
figuras que se desvanecen apenas formadas
su revolución celebra la apoteosis de la vida que declina
la desaparición progresiva de las partes lamidas
la caída de los torrentes en la opacidad de las tumbas
los sudores y malestares que anuncian el fuego central
y finalmente el universo con todo su pecho atlético
necrópolis fluvial
después del diluvio de los rabdomantes
.
Ese fanático de las nubes
tiene el poder sobrenatural
de desplazar a considerables distancias
los paisajes habituales
de romper la armonía acumulada
de tomar irreconocibles los lugares fúnebres
al día siguiente de los homicidios provechosos
sin que la conciencia originaria
se cubra con el deslizamiento purificador del suelo.
.
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René Char
De "Le Marteau Sans Maître"
Versión de Aldo Pellegrini
La oropéndola
.
3 de septiembre de 1939
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La oropéndola entró en la capital del alba.
La espada de su canto cerró el lecho triste.
Todo terminó para siempre.
.
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René Char
Seuls Demeurent (1938-1944)
La paciencia
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EL MOLINO
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Un largo ruido que sale por el tejado;
Golondrinas siempre blancas;
El grano que salta, el agua que muele;
Y el recinto donde el amor se aventura,
Centellea y marca el paso.
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VAGABUNDOS
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Bajo vuestros dulces harapos, vagabundos,
Dos estrellas más bien repelentes
Cruzan las piernas narrativas,
Brindan por la salud de las prisiones.
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EL NÚMERO
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Dicen palabras que se les quedan en el rabillo del ojo;
Siguen un camino donde las casa están cerradas para ellos;
Encienden a veces una lámpara cuya claridad les hace saltar las
lágrimas;
Nunca se han contado, ¡son demasiados!
Son el equivalente de libros cuya clave se perdió.
.
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René Char
Los leales adversarios
LA ROSA DE ROBLE
.
Cada una de las letras que componen tu nombre,
oh Belleza, en el cuadro de honor de los suplicios,
desposa la llana simplicidad del sol, se inscribe
en la frase gigante que cierra el cielo, y se asocia
al hombre encarnizado en engañar a su destino
con su contrario indomable: la esperanza.
.
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René Char
Lápiz del prisionero
.
Un amor cuya boca es un ramo de brumas
Brota y desaparece.
Un cazador va a seguirlo, un centinela se enterará,
Y se odiarán los dos y luego se maldecirán los tres.
Afuera hiela, la hoja atraviesa el árbol.
.
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René Char
Los leales adversarios.
LAS MURALLAS Y EL RÍO
.
No querría marcharme precediéndote, semejante a una hierba
segada, a llamarte contra Thouzon desierto y su corazón
no destruido.
.
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René Char
Versión de Jorge Riechmann
Las Tres Hermanas
.
Mi amor con vestido de faro azul,
beso la fiebre de tu rostro
donde se acuesta la luz que goza en secreto.
.
Amo y sollozo. Estoy vivo
y es tu corazón esta Estrella Matinal
de duración victoriosa que enrojece antes
de domeñar el combate de las Constelaciones.
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Fuera de ti, conviértase mi carne en la vela
que repele al viento.
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I
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En la urna de los tiempos secundarios
iba a nacer el niño de tiza.
La marcha hendida de las estaciones
Abrigaba con hierba al desconocido.
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El conocimiento divisible
Acuciaba con chubascos la primavera.
Un aroma de la región
Prolongaba la flor aparecida.
.
Comunicación ultrajada,
Corteza o escarcha que se deposita;
El aire sitia, la sangre aviva;
El ojo hace del beso misterio.
Dando vida al camino abierto,
El torbellino llegó hasta las rodillas;
Y de este impulso el lecho de las lágrimas
Se llenó con un solo latido.
.
II
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La segunda grita y se evade
De la abeja ambiente y del tilo bermejo.
Ella es un día de viento perpetuo,
El dado azul del combate, el centinela que sonríe
Cuando su lira profiere: "Lo que quiero, será".
.
Es la hora de callar
De convertirse en la torre
Que codicia el porvenir.
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El cazador de sí mismo abandona su morada frágil:
Su presa le sigue, ya sin miedo.
.
Su salud es tan nueva, su claridad tan alta,
Que esos dos que se marchan sin significar nada
No notan cómo las hermanas van recuperándolos
Con una larga mordaza de ceniza en los blancos bosques.
.
III
.
Este niño sobre tu hombro
Es tu carga y tu ocasión.
Tierra donde arde la orquídea,
No lo canses de ti.
.
Mantente flor y frontera,
Sigue siendo cuna y serpiente;
Lo que la quimera acumula
Abandona pronto el refugio.
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Mueren los ojos singulares
Y la palabra que descubre.
La llaga que repta en el espejo
Es ama de los dos tugurios.
.
Violento el hombro se entreabre;
El volcán aparece mudo,
Tierra sobre la cual brilla el olivo,
Todo se desvanece al pasar.
.
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René Char
El poema pulverizado.
LIED DE LA HIGUERA
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Heló tanto que las ramas lechosas
importunaron a la sierra, se rompieron en las manos.
la primavera no vio verdecer a las graciosas.
La higuera pidió al amo del yacente
el arbusto de una fe nueva.
Pero la oropéndula, su profeta
-Su retorno calentaba al alba-,
al posarse sobre aquel desastre
en vez de morir de hambre lo hizo de amor.
.
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René Char
Versión de Jorge Riechmann
LOS PARAJES DE ALSACIA
.
¡Te he enseñado La Petite Pierre, la dote de su bosque, el cielo
que nace en las ramas,
la amplitud de sus pájaros cazadores de otros pájaros,
el polen dos veces vivo bajo la llamarada de las flores,
una torre que se iza a lo lejos como la vela del corsario,
el lago que ha vuelto a ser la cuna del molino, el sueño de un
niño.
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¡Allí donde me oprimió mi cinturón de nieve,
bajo el saledizo de una roca moteada de cuervos,
he dejado la necesidad de invierno.
Nos amamos hoy sin más allá y sin prole,
ardientes o difuminados, diferentes pero juntos,
apartándonos de las estrellas cuya naturaleza estriba en
volar sin llegar a destino.
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El navío se encamina hacia la alta mar vegetal.
Con todas las luces apagadas nos acoge a bordo.
Estábamos levantados desde antes del alba en su memoria.
Albergó nuestras infancias, lastró nuestra edad de oro,
El llamado, el hospedero itinerante, mientras sigamos
creyendo en su verdad.
.
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René Char
Versión de Jorge Riechmann
Muchas gracias por acompañarnos en esta velada y muy buenas noches. Os
esperamos el próximo martes con una monografía dedicada al gran poeta
Rainer María Rilke.