Monográficos Salvador Rueda
SALVADOR RUEDA
(1857-1933)
Considerado como un antecesor del modernismo español, la obra de Salvador Rueda se caracteriza por el predominio del ambiente andaluz, el culto a la palabra, la musicalidad y el colorido de sus versos. Sus composiciones, llenas de lirismo tienen una gran potencialidad cromática. Dominando el metro clásico del soneto,
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también tiene pequeñas composiciones líricas, las coplas, que enlazan con las que más tarde producirá Antonio Machado. De formación autodidacta, su extensísima obra está compuesta por novelas, relatos cortos, prosas costumbristas, teatro y poesía.
Salvador Rueda Santos nace en Benaque, pequeño pueblo malagueño, el 3 de diciembre de 1857. Hijo de jornaleros, no llegó a sentir el pellizco del hambre. "Aunque de niño -nos cuenta el poeta-, en mi casa pobre, yo no servía más que para vagar a todas horas por los campos, pretendiendo descifrar los profundos misterios y las grandes maravillas, mi padre siempre me amparó por desgraciado y me tuvo un sitio en su corazón".
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Comenzó a escribir desde muy joven. "Aprendí "administración" de las hormigas -nos decía Salvador Rueda-; "música", oyendo los aguaceros; "escultura" buscando parecido a los seres en las líneas de las rocas; "color", en la luz; "poesía", en toda
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la naturaleza". En cuanto a las lecturas juveniles del poeta hay que señalar la poesía de Jorge Manrique, Garcilaso y Góngora, que son los poetas que influirán de un modo especial en su obra poética.
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Fue un estudiante de latín, monaguillo, jornalero, guantero, carpintero, droguero, corredor de guías del puerto de Málaga, pirotécnico y oficial primero del Cuerpo facultativo de Archiveros Bibliotecarios y Arqueólogos.
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Como todos los poetas de provincia de su época marcha a Madrid, donde Nuñez de Arce, le proporciona un empleo en la Gaceta de Madrid.
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La sonoridad de la poesía de Rueda tiene una inmediata aceptación en los países hispanoamericanos y a ellos se dirige el poeta. Las principales ciudades americanas le rindieron homenaje. Su favor por la América de habla hispana culmina en el
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poema "El milagro de América" publicado en 1929. Rueda fue solemnemente coronado en La Habana en 1910 y pudo constatar en su gira la constante admiración de las jóvenes repúblicas. Sin embargo, regresa a su ciudad de Málaga
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donde vivirá modestamente en una casa cerca del Alcazaba. En el mes de marzo de 1933 el poeta cae gravemente enfermo y muere el 1 de abril de ese mismo año.
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Es innegable la importancia y el interés que representa la obra de Rueda, no sólo como clave para comprender a las generaciones que le han sucedido, sino por el valor lírico que significó en su momento una aventura tan original y atrevida como la del primer poeta modernista de nuestro país. El poeta malagueño parte de
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posiciones cercanas a la poesía localista y se hará notar también en él influjo campoamoriano. Renglones cortos se publica en 1880. Noventa estrofas (1883) es prologado por Nuñez de Arce. Carácter específicamente andaluz tienen sus Cuadros de Andalucía (1883), intención compartida en sus muestras costumbristas: El patio andaluz (1886). El cielo alegre (1887), El gusano de luz (1889). La reja (1900).
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En 1988 publica Sinfonía del año a la que le siguen una serie de muestras campoamorianas: El secreto (1891), Fornos (1894), El bloque (1896) e Himno a la carne (1890), una serie de sonetos en el que aparece un erotismo espiritualista que escandalizó a Juan Valera. La publicación de su breve novela La cópula es una deuda evidente a Felipe Trigo. Esta novela está, sin embargo, muy lejos del
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naturalismo que tradicionalmente se le supone. Rueda cultivó también el teatro en La Musa, La Guitarra, Vasos del rocío, Los ojos y La cigarrera. En 1893 apareció En tropel, con un Pórtico de Rubén Darío, que venía a confirmarle como la cabeza de los modernistas españoles. Piedras preciosas (1900), Fuentes de salud (1906),
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Trompetas de órgano (1903) o Lenguas de fuego (1908) constituyen la obra de madurez.. En las Obras completas reúne una selección nutrida de su obra. En 1928 aparece Antología poética en 1957 su obra póstuma Claves y símbolos.
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Rubén Darío y Salvador Rueda representaron dos "modernismos" completamente diferentes. Quizás, la más importante diferenciación va a estar en el orden ideológico subyacente en la obra de uno y otro. "El modernismo, aparte de sus rasgos específicos americanos -decía Luis Cernuda-, también ofrecía otros comunes
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con el movimiento literario esteticista que se da en muchos países poco antes de fin de siglo y durante el fin de siglo". ¿Por qué no reconocer entonces que en España hubo poetas "modernistas" antes de que Darío trajera el modernismo de América a
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España? "Los maestros "coloristas" -escribía Juan Ramón Jiménez- eran Don Manuel Reina de Córdoba, que caía del segundo parnaso francés, y Salvador Rueda, predecesor de Rubén Darío, quien fue partícipe del "colorismo" ante de su gran gloria individual".
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Málaga supo reconocer la valía del poeta y, fuera de toda costumbre, le consagra en vida un monumento en el parque. Y como dijo el poeta: "Málaga que era una espina / por evolución precisa / se abrió en tu mano divina / y se hizo ilustrada rosa".
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bien estos son los breves apuntes sobre su vida y obra
NOVIA DE LA TIERRA
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Mirarte solo en mi ansiedad espero,
solo a mirarte en mi ansiedad aspiro,
y más me muero cuanto más te miro,
y más te miro cuanto más me muero.
*
El tiempo, pasa por demás ligero,
lloro su raudo, turbulento giro,
y más te quiero cuanto más suspiro,
y más suspiro cuanto más te quiero.
*
Deja a tu talle encadenar mi brazo,
y, al blando son con que nos brinda el remo,
la mar surquemos en estrecho lazo.
*
Ni temo al viento ni a las ondas temo,
que más me quemo cuanto más te abrazo,
y más te abrazo cuanto más me quemo.
***
SALVADOR RUEDA. Málaga 1857-1933
> La lámpara de la poesía
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> Desde la frente, que es lámpara lírica, desborda su acento
> como un aceite de aroma y de gracia la ardiente poesía,
> y a los ensalmos exhala cantando su fresca armonía,
> vase llenando de luz inefable la esponja del viento.
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> Rozan los versos como alas ungidas de lírico ungüento
> sobre las frentes, que se abren cual rosas de blanca alegría;
> y un abanico de ritmos celestes el aire deslía,
> cual si moviera sus plumas de magia de Dios el aliento.
> ..
> Vierte en el aire la lámpara noble sus sones divinos,
> que goteantes de sílabas puras derraman sus trinos
> desde el tazón del cerebro de lumbre que canta sonoro.
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> Y revolando las almas acuden de sed abrasadas
> como palomas que beben rocío y ondulan bañadas
> en el temblor de la fuente sube del verso de oro.
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> Salvador Rueda (Málaga, 1857-1933)
LAS BODAS DEL MAR
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Ya acudes a tu cita misteriosa
con el inquieto mar, luna constante,
y asoma las playas de Levante,
hostia de luz, tu cara milagrosa.
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En la onda azul, cual nacarada rosa,
se abre tu seno con pasión de amante
y dibuja un reguero rutilante
tu pie sobre la espuma en que se posa.
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El agua, como un tálamo amoroso,
te ofrece sus cristales movedizos
donde tiendes tu cuerpo luminoso.
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Y al ostentar desnuda tus hechizos,
el mar, con un abrazo tembloroso,
te envuelve en haz de onduladores rizos...
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Salvador Rueda
La sandía
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Cual si de pronto se entreabriera el día
despidiendo una intensa llamarada,
por el acero fúlgido rasgada
mostró su carne roja la sandía.
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Carmín incandescente parecía
la larga y deslumbrante cuchillada,
como boca encendida y desatada
en frescos borbotones de alegría.
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Tajada tras tajada, señalando
las fue el hábil cuchillo separando,
vivas a la ilusión como ningunas.
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Las separó la mano de repente,
y de improviso decoró la fuente
un círculo de rojas medias lunas.
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Salvador Rueda
LA CIGARRA
***
Canta tu estrofa, cálida cigarra,
y baile al son de tu cantar la mosca,
que ya la sierpe en el zarzal se enrosca
y lacia extiende su verdor la parra.
*
Desde la yedra que a la vid se agarra
y en su cortina espléndida te embosca,
recuerda el caño de la fuente tosca
y el fresco muro de la limpia jarra.
*
No consientan tus élitros fatiga,
canta del campo el productivo costo,
ebria de sol y del trabajo amiga.
*
Canta y excita al inflamado agosto
a dar el grano de la rubia espiga
y el chorro turbio del ardiente mosto.
***
SALVADOR RUEDA, Málaga 1857-1933
Afrodita
Venus, la de los senos adorados
que nutren de vigor savias y rosas;
la que al mirar derrama mariposas
y al sonreír florecen los collados;
la que en almas y cuerpos congelados
fecunda vierte llamas generosas,
de Eros a las caricias amorosas
ostenta sus ropajes cincelados.
Ella es la fuerza viva, el soplo ardiente
de cuanto sueña y goza, piensa y siente;
de cuanto canta y ríe, vibra y ama.
En el niño es candor, eco en la risa;
en el agua canción, beso en la brisa,
ascua en corazón, flor en la rama.
SALVADOR RUEDA
ELAVE DEL PARAÍSO
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Ved el ave inmortal, es su figura;
la antigüedad un silfo la creía,
y la vio su extasiada fantasía
cual hada, genio, flor o llama pura.
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Su plumaje es la luz hecha locura,
un brillante hervidero de alegría
donde tiembla 1a ardiente sinfonía
de cuantos tonos casa la hermosura.
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Su cola real, colgando en catarata;
y dirigida al sol, haz que desata
vivo penacho de arcos cimbradores.
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Curvas suelta la cola sorprende,
y al aire lanza cual tazón de fuente
un surtidor de palmas de colores.
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Salvador Rueda
COPLAS
1
Como el almendro florido
has de ser con los rigores,
si un rudo golpe recibes
suelta una lluvia de flores.
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2
Antes que el sepulturero
haya cerrado mi caja,
echa sobre el cuerpo mío
tu mantilla sevillana.
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3
Tiro un cristal contra el suelo
y se rompe en mil cristales,
quiero borrarte del pecho
y te miro en todas partes.
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4
Sobre su negro ataúd
daban las gotas del agua,
¡qué lejos el cementerio
y qué noche tan amarga!
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5
A las puertas de la muerte
sentado habré de aguardarte;
no faltarás a la cita,
allí te espero, ya sabes.
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6
Allá en el fondo del río
cuando nada turba el agua,
palpita de las estrellas
el hormiguero de plata.
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7
Aprovecha tus abriles
y ama al hombre que te quiera,
mira que el invierno es largo
y corta la primavera.
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8
Para alcanzar las estrellas
sonda el cisne la laguna;
en el mar de los amores
yo soy cisne y tú eres luna.
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9
A la luz de tu mirada
despido mis penas todas,
como a la luz de los astros
la hoja despide la sombra.
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10
No soy dueño de mí mismo
ni voy donde a mí me agrada,
atado llevo el deseo
al hilo de tu mirada.
....continuará....Salvador Rueda
Copla
***
Antes de yo conocerte
soñaba que me amarías;
¡quién presta oído a los sueños,
quién de los sueños se fía!
***
Salvador Rueda
COPLAS...
11
Parecía la amapola
que ayer vi en el cementerio,
sus rojos labios que ansiaban
darme los últimos besos.
12
Cuando eche mi cuerpo flores
sólo una cosa te pido,
que las pongas en el pecho
donde no pude estar vivo.
13
Mira qué triste está el cielo,
mira qué sendas tan solas,
mira con cuánta amargura
se van quejando las hojas.
14
Para mirar qué es la vida,
cuando estoy en mi aposento
con un fósforo señalo
la forma de un esqueleto.
15
La campiña cuando sales
se inunda de luz alegre,
y las hojas de las ramas
baten las palmas al verte.
16
De dos montañas distintas
corren al mar dos arroyos,
y en el camino se juntan
para no caminar solos.
17
Tengo los ojos rendidos
de tanto mirar tu cara,
si los cierro, no es que duermen,
es tan sólo que descansan.
18
Tus ojos son un delito
negro como las tinieblas,
y tienes para ocultarlo
bosque de pestañas negras.
19
De aquella peña más dura
sale el manantial alegre,
de un pecho con ser humano
no sale el cariño siempre.
20
Dentro de una calavera
dejó la lluvia un espejo,
¡y en él a la media noche
se contemplaba un lucero!
Salvador Rueda
Al partir, un vaso de vino.
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"Del Málaga, que es púrpura encendida,
bebo un sorbo de luz y de esplendores,
y el vaso orlado de risueñas flores
te alargo con el alma conmovida.
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Bebamos su fragancia apetecida
como una claridad de amores;
sus ráfagas son sueños seductores,
su jugo es el perfume de la vida.
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Pongamos en el borde cristalino
nuestras bocas de amor y mieles llenas
como en un cáliz de licor divino.
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Así se borren nuestras mutuas penas,
y del mismo cristal el mismo vino
cante el mismo sentir en nuestras venas"
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Salvador Rueda
21
Para formarle un collar
a tu pecho, dueño mío,
voy buscando por las ramas
los diamantes del rocío.
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22
Fuera entre todas las cosas
por abrazarte temblando,
enredadera florida
de tu cuerpo de alabastro.
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23
Rayito fuera de luna
para entrar por tu ventana,
subir después por tu lecho
y platearte la cara.
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24
Cuando me esté retratando
en tus pupilas de fuego,
cierra de pronto los ojos
por ver si me coges dentro.
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25
Dos velas tengo encendidas
en el altar de mi alma,
y en él adoro a una virgen
que tiene tu misma cara.
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26
Cuando me envuelvo en el rayo
de tus pupilas siniestras,
como terrible martillo
toda mi sangre golpea.
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27
Creyendo darlo en tu boca
he dado en el aire un beso,
y el beso ha culebreado
como una chispa de fuego.
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28
Divididas en manojos
están tus negras pestañas,
y cuando la luz las besa
no he visto sombras más largas.
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29
Si quieres darme la muerte
tira donde más te agrade,
pero no en el corazón
porque allí llevo tu imagen.
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30
Viviendo como tú vives
enfrente del cementerio,
qué te importa ver pasar
un cadáver más o menos.
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Salvador Rueda
Hora de fuego
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> Quietud, pereza, languidez, sosiego...;
> un sol desencajado el suelo dora,
> y a su valiente luz deslumbradora
> queda el que a fascinado y ciego.
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> El mar latino, y andaluz, y griego,
> suspira dejos de cadencia mora,
> y la jarra gentil que perlas llora
> se columpia en la siesta de oro y fuego.
> .
> Al rojo blanco la ciudad llamea;
> ni una brisa los árboles cimbrea,
> arrancándoles lentas melodías.
> .
> Y sobre el tono de ascuas del ambiente,
> frescas cubren su carmín rïente
> en sus rasgadas bocas las sandías.
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> Salvador Rueda (Málaga, 1857-1933)
LAS CANÉFORAS
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Deteniendo severo magistrado
su pie ante las canéforas preciosas,
mira en sus caras de puprpúreas rosas
el pudor por carmines dibujado.
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El temblador ropaje replegado
les da esbeltez de vírgenes graciosas
y llevan en las manos primorosas
ricas bandejas de oro cincelado.
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Sobre el metal que espejeando brilla,
del sacrificio llevan la cuchilla
que al magistrado, cándidas, ofrecen.
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Y le bridan también trigo flamante,
que en las caneas de oro rutilante
rubios granizos con el Sol parecen
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Salvador Rueda
LEJANO AMOR
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Mujer de luz, mujer idealizada,
que apagaste tu lámpara de oro:
aun pienso ver la escarcha de tu lloro
dentro de tu ataúd amortajada.
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Vuelve a surgir de gloria coronada;
sal otra vez del mármol incoloro;
yo te amo, yo te vivo, yo te adoro,
llena de luz como una desposada.
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Tu carne fue de nardos y panales,
floreciente entre sábanas nupciales;
resucita: yo te amo, yo te quiero.
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Dame tu boca en flor, esposa mía,
y tu seno que hierve en armonía,
lo mismo que un enjambre en un romero.
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Salvador Rueda
31
Una lápida en su pecho
pone al amar la mujer,
que en letras de luto dice:
"muerta, menos para él".
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32
A saludar a su amada
voló un dulce ruiseñor,
vio otro pájaro en su nido
y de repente murió.
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33
El día de conocerte,
mira qué casualidad,
tu nombre estuve escribiendo
en la escarcha de un cristal.
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34
En el altar de tu reja
digo una misa de amor,
tú eres la virgen divina
y el sacerdote soy yo.
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35
Yo no sé qué me sucede
desde que te di mi alma,
que cualquier senda que tomo
me ha de llevar a tu casa.
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36
Sobre la almohada
donde duermo a solas,
¡cuántas cosas te he dicho al oído
sin que tú las oigas!
37
Cuando el claro día
llama a mis cristales,
desvelado me encuentra en la sombra
trazando tu imagen.
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38
Hay en tu mirada
yo no sé qué cosa,
que en mis fibras penetra y penetra
como espada sorda.
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39
Creyendo en mis sueños
poder abrazarte,
¡qué de veces, mi bien, he oprimido
las ondas del aire!
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40
Jugara la vida
gozando en perderla,
si a las cartas les dieran su sombra
tus pestañas negras.
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Salvador rueda
@Nassiriya> Salvador Rueda
1.857 - 1.933
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Poema a Málaga
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"Tiene una copla y un vino
con que se canta y se sueña,
la copla es la malagueña,
y el vino, un vino divino."
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Fin